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Óscar Terol

Se abre el Terol

El muslo ancho

Hola hermanos.

Hoy voy a enfrentarme a una de mis fobias más indomables: comprarme pantalones. Es para mi una experiencia traumática, debido a que mi cuerpo no responde a una sola talla, el muslo y la pantorrilla van por libre, y la cintura es como si fuera de otra persona que no me quiere bien.

1– Lo primero que te llama la atención de cualquier tienda de ropa son las dependientas, generalmente son chicas, porque algo te dice que los pantalones que venden solo les quedan bien a ellas. Pero te quedas, porque no hay otra opción, todos los comercios son del de ZARA aunque les ponga nombres diferentes.

2– Nunca se suele ir con las ideas claras, eso hará que todo el proceso sea mucho más tortuoso. Generalmente empezarás con la clásica vuelta de reconocimiento que sirve para que descubran que estás absolutamente perdido y en sus manos.

3- A la primera dependienta que se te acerque le dices: >. Ella te mirará de arriba abajo, cual escaner, y te sonreirá mientras piensa: >. Luego rematará con la preguntita: >. Nunca te acuerdas, entonces ella, la chica, te buscará la talla en la etiqueta del pantalón que llevas puesto, dejándote el michelín al decubierto. Eso jode bastante. Lo puedes empeorar un poco más haciendo algún chistecillo sobre lo bien que cocina tu madre.

4- La chica te empezará a sacar todos los pantalones que tenga en la tienda y que te puedan caber. Serán unos quince. Tú irás detras de ella cogiéndolos todos como si fueras un mulo de carga.

5– Ella te dirá: >. Cuando, en el fondo, está pensando: >

6– El probador será una barra con una tela colgando, que siempre es más corta que el espacio que tiene que cubrir. Estiras de un lado y se abre por el otro, como si la hubieran diseñado Epi y Blas.

7- Si vas en pareja, será el momento de colocarla en plan guardian del templo delante tapando la rendija. Si no, solo ante el peligro.

8– En el probador no entran los quince pantalones, o sea que los empiezas a colgar por cualquier sitio, estilo bazar de Estambul, amontonándolos uno encima de otro, y provocando tal empacho visual que te darán ganas de salir corriendo.

9– Seguramente, el que más te gusta, no te entra, pero lo intentarás sacando todo el aire de tu cuerpo, como si los pulmones te llegaran hasta las rodillas. Te lo metes hasta el fondo, pides crédito de ojal y sales del probador como un campeón, sin zapatos, a que te mire tu “amiga” la dependienta.

10– La chica, estará en el otro lado de la tienda doblando camisas, tardará un rato en llegar, rato que no sabrás que hacer, porque en esas circunstancias has perdido toda dignidad y carisma. Cuando llegue, te hará una de las preguntas más estúpidas de la historia de la humanidad: >. Cuando está viendo la cabrona que se te ha cortado la circulación por la cintura y se te están engangrenando hasta los calcetines. Tú, le sueltas: >. Ella te dirá:>. A lo que tu le respondes. >

11– Este proceso se puede repetir varias veces. Cada vez que entres en el probador te gustará más el pantalón con el que venías. Al final, te quedarás con el primero que te ate el botón y no se te abra la cremallera al respirar.

12– Generalmete, todos los pantalones están pensados para la famila Gasol, te sobrará pata, así que te ofrecerán arreglarte los bajos, que traducido quiere decir que pagas los pantalones y se quedan unos días en la tienda. Y tu los necesitabas esa misma tarde.

CREO QUE DEBERÍAMOS REVISAR ESA NORMA DEL BUEN GUSTO QUE IMPIDE UTILIZAR EL CHANDAL CON ZAPATOS Y CAMISA. OPINO.

¿No os gusta el helado? A mi me encanta. Pasar buen día.

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pantalones

Un espacio para el intercambio de humor. Por Oscar Terol

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junio 2008
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