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Óscar Terol

Se abre el Terol

¿La costa vasca?

Hola hermanos.

Ayer domingo fui al aeropuerto de Biarriz a recoger a unos amigos que llegaban de viaje, ya hablaré de ellos algún día, que tienen para varios tomos de la enciclopedia británica. Estaba haciendo tiempo y me acerqué a la típica tienda de aeropuerto donde te venden los souvenirs de la zona en cuestión, en esta: productos típicos, camisetas de kukuxumuxu, toallas con lauburus de tres palmos y postales de la costa vasca. Y entre las clásicas imágenes de playas con el verdín de fondo donde se intuye un rebaño de ovejas, me encontré esta postal, una joya que os escaneo a continuación

¿Qué estamos vendiendo a los turistas, hermanos, lujuria y desenfreno? Claro, que no especifica de qué playa vasca se trata. No tiene pinta de ser la de Lekeitio, ni la de Donosti, ni mucho menos de llamarse Nerea o Ane ninguna de las cuatro señoritas que saludan al horizonte con la pelvis al viento, por decirlo osteopáticamente hablando. Sí, ya sé que será la clásica postal erótico festiva que utilizan hasta en Zamora, porque quien nos dice que lo de atrás no es un pantano, o un humedal de Teruel, pero la cosa no quedo ahí. Seguí guirando los expositores de postales y me encuentro con esta otra provocación.

Y dale con la venta de ternera de orillá… Hombre, aquí ya no estamos como las tres tatarabuelas de la izquierda, que tienen tela como para confeccionar siete paracaidas, pero a decir verdad, es muy difícil encontrar en nuestro litoral un trío de toples y tanga como el de la margen derecha de la postal. Puede ser que los efectos de la globalización estén haciéndose notar en el sector del souvenir, y que en los aeropuertos de Brasil vendan postales de pelotaris y levantadores de piedra, quien sabe. Lo que está claro, también, es que conforme uno se aleja del epicentro euskaldun, la simbología se despoja de las connotaciónes y se queda relegada a la función estética. Ocurre en todos los extraradios culturales, en la música que siempre va por delante, lo llamamos fusión y en otros apartados: ¿confusión, quizás?

Esta pegatina doble debe estar pensada para los viajeros que cruzan la península; mientras discurres por las verdes praderas de leche y miel, le endiñas al culo del coche la ikurriña, y al llegar a Miranda de Ebro, te paras para echar un pis y le colocas el toro encima. Ciertamente, esa tienda del aeropuerto de Biarriz no tenía desperdicio, daba para tres blogs solo con las postales.

Pasar buen día y esta noche quemar en la hoguera de San Juan todo lo malo, fuera lastre.

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Un espacio para el intercambio de humor. Por Oscar Terol

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junio 2008
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