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Óscar Terol

Se abre el Terol

¿Por la glaciación?

Resulta muy fácil culpar a la glaciación de la extinción de los dinosaurios, la teoría suena rotunda y contundente, ¿quién es el valiente que levanta la mano en un congreso de atapuercos y dice que es mentira? Sin ánimo de polemizar, a mi me gustaría aportar algún dato crítico a la comunidad científica internacional y al movimiento fósil mundial.

Observemos en la imagen cedida por Google, las extremidades superiores del Tyranosaurus Rex, ¿por qué nadie habla de esto en los documentales? Son bracines, patitas de gamba, no más. Como pezones recrecidos con sus deditos, que no dan para guiso de cazuela, vaya.

El Tyranosaurus no estaba compensado, su imagen feroz y asesina hace aguas a la altura de la pechera, no se puede entender semejante despropósito evolutivo. Un depredador que no puede llevarse a la boca un pedazo de carne con la garra, o quitarse con la uña un tocinillo de mamut que se le haya quedado entre los dientes, está abocado a la desaparición. O un picor, o el clásico sarpullido rabioso detrás de la oreja, ¿como lo abordas? De ahí se desprende su carácter agresivo, no te jode, como para no vivir enfadado, normal, si no te puedes poner a cuatro patas para descansar porque te das con la mandíbula en el suelo.

Este dinosaurio, por lo tanto, dependía totalmente de los movimientos de su cuello para cazar y por consiguiente, para comer. Imaginaros una tortícolis de esas que te duran varios días, supondría la muerte por inanición del saurio en cuestión.

Pensemos, también, en la reproducción de este bicho, por cierto, que ahí no quiso entrar Spilberg con su Parque Jurásico. ¿Cómo se apoya el macho en los lomos de la hembra para la monta con esas ridículas patitas? Malamente. Y hay que reconocer que el apoyo de brazos es definitivo en cópulas a dos patas, véase cada cual en esa situación. Y que no le tocara una hembra de caderas meneonas, o con prisa, porque entonces la cosa sería hasta cómica, el macho apoyando la barbilla como en el juego de la patata. No es serio para un engendro de seis toneladas; eso, que lo haga un gorrióncillo, o un saltamontes, bien, un dinosaurio, no.

El Tyranosaurrius Rex se extinguió de rabia, de pues me extingo>>, lo tengo claro, era lo mejor que podía hacer; había un defecto de forma evidente, como en la mayoría de los dinosaurios. Estaban mal diseñados, la naturaleza primitiva tenía más ganas que experiencia, lanzaba prototipos a la brava, con el primer boceto, a ver que pasaba. Y pasaban cosas como el Diplodocus (ver imagen) que no había por donde agarrarlo. Este sí tenía las cuatro patas proporcionadas, ahora bien, ¿ese cuello? ¿Esa cola? Por favor, si parece un hipopótamo tuneado con dos anacondas. Veintiséis metros de columna vertebral, y sin masajistas, eso es demasiado tentar a la suerte.

Queda mucho trabajo por hacer en este terreno. Os espero. Porque del abrechapas este de aquí abajo, ¿no hace falta decir nada, no? La madre de Dios…

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Un espacio para el intercambio de humor. Por Oscar Terol

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