Un genio asturiano de corta vida que respondía al nombre de Tino Casal creó en 1983 una de las numerosas joyas musicales que nos dejó tras su caminar por esta vida. Rodeado de los bajos Chapman Stick y Manolo Aguilar, el guitarrista Carlos G. Vaso, los teclistas Javier Losada y A. Quintano, y el batería Javier de Juan, consiguió el mayor aldabonazo de su carrera de la mano del productor Julián Ruiz y el ingeniero de sonido Luis Fernández Soria. Hablamos, como ya han descubierto los seguidores del genial cantante y compositor, de ‘Embrujada’.
Fue la multinacional EMI la que lanzó al mercado esta genialidad de cuatro minutos y veintitrés segundos. Nada más llegar a las tiendas se catapultó hasta lo más alto de las listas de ventas en la primavera de 1983, sobre todo en la de los 40 principales, el hit parade más prestigioso español por aquellas fechas. Su logro quedó registrado el 9 de abril de aquel año. Por supuesto, consiguió también el disco de oro, que entonces premiaba la venta de cincuenta mil copias de vinilo.
La fórmula que triunfó se basó más en el talento que en los medios, todavía escasos en un pop español que comenzaba a modernizarse y digitalizarse. El teclista y arreglista Losada tuvo mucho que ver, gracias al extraordinario sonido que supo extraer a su modesto Korg y sin un solo secuenciador. Toda la grabación tuvo que realizarse de modo manual, por medio de cuatro pistas sincronizadas, tras un trabajo de dos semanas.
‘Embrujada’ materializó el espíritu de innovación que siempre caracterizó a Tino Casal, quien, por cierto, nada tenía que ver con la también asturiana Luz Casal. Bebió del trepidante ritmo dance basado en los vientos que nos llegaban de Gran Bretaña en los ochenta.
El VIDEOCLIP promocional, tan doméstico como innovador, ayudó a la promoción, aunque fue el boca a oreja y la radio quienes realmente hicieron que ‘Embrujada’ fuera una de las canciones que más sonaron en fiestas y locales en aquel verano. Jugaba con un estilo que bebía de los manuales del cine de horror de serie B -o C, o D, o…..- barato con hadas, brujas y demás. El Madrid underground y efervescente de aquella época fue elegido como escenario.
La obra, oscura en cualquier caso, fue una de las primeras que se hizo a nivel nacional. Surgió gracias al talento del desaparecido realizador audiovisual José Luis Lozano, pionero en este país. Pese a sus escasos veintipocos años , con ‘Embrujada’ dio toda una lección del manejo de los planos, la velocidad de rodaje y formatos impensables hasta el momento.
«El montaje apoya a la canción de forma maravillosa, tanto en su esencia conceptual, como en su estructura métrica, a la vez que plasma plásticamente el espíritu del Madrid lisérgico de los primeros 80», sostuvo en su día el experto en imagen Luis Cerveró.
Su grabación fue de un cortometraje de ocho minutos que describe su proceso creativo. «Encierra un drama: su propia vaciedad», se aseguraba en el programa de mano que se repartió entre los presentes en el estreno de la obra, que se proyectaba en los cines minutos antes del comienzo de las películas.
Por cierto, la joven que encarnaba el papel principal era Paola Bosé, hermana de Miguel Bosé. Tino Casal sólo aparece en la escena final.
La LETRA, también bastante lograda, retrataba los últimos días de una gran modelo en su ocaso, consumida por el alcohol y el desamor. Pretendía transmitir en todo momento una imagen de la decadencia de esas mujeres fatales que arrasan por donde pisan hasta que caen en la trampa del amor y son víctimas de sus propias armas, ahora manejadas por otras manos.
Hay quien sostiene que realmente es un tema autobiográfico. Los defensores de esta teoría leen entre estrofas una referencia al aspecto felino que adoptó Casal en ese período –qué de seguidores generó Kabir Bedi en su visita a España para promocionar la serie televisiva ‘Sandokán’–- y en algunos aspectos icónicos del vídeo que –como dicen quienes tuvieron oportunidad de visitarlo– recuerdan al domicilio del cantante. Además, las alusiones a las fans con la misión de ‘capturar al viejo tigre bengalí’ parecen evidenciar otra de sus canciones.
Hace tiempo que vive en un cuento,
del cual no quiere salir,
encantada duerme con la almohada,
y se olvidó de reír
Dicen que es la bruja,
con tacón de aguja,
aliada de Lucifer,
cuentan que era estrella,
pero la botella,
acabó con ella hasta hacerla enloquecer
Stop mi hada
estrella invitada
víctima del desamor,
sube al coche,
reina de la noche,
olvida tu mal humor
Embrujada vive encadenada,
a un viejo televisor,
ideas a manta,
cuentan que fue musa,
de algún mediocre pintor.
Todo era derroche,
reina de la noche
¿quién te ha visto y quién te ve?
cuentan que eras sexy
rutilante estrella
pero la botella acabó con tu poder
Ésta es mi bruja,
con tacón de aguja,
víctima del desamor,
date prisa envuélvete en la brisa,
olvida tu mal humor
Ésta es mi hada
estrella invitada
víctima del desamor.
Ésta es mi bruja,
con tacón de aguja,
víctima del desamor,
date prisa envuélvete en la brisa,
olvida tu mal humor,
stop
Ésta es mi hada,
juegos de venganza,
víctima del desamor,
sube al coche,
reina de la noche,
olvida tu mal humor
Ésta es mi hada,
estrella invitada,
víctima del desamor,
sube al coche,
reina de la noche
olvida tu mal humor
VERSIONES
La tecnología permitió que en 2007 MARTA SÁNCHEZ grabara ‘Embrujada’ con Tino Casal, fallecido dieciséis años antes. La madrileña conoció personalmente al asturiano cuando ella tenía 16 años. El encuentro tuvo lugar en la discoteca Pacha y se concretó en la consecución de un autógrafo.
La banda originaria de Guadalajara LOS DESPISTAOS dieron su estilo a este cóver de 2008.
La versión EN INGLÉS de Tino Casal mantiene la misma fuerza. La tituló ‘Bewitched’.
Es habitual que la banda de rock ecléptico COBAYA incorpore el tema que hoy analizamos a su repertorio en directo. En mi opinión discreta interpretación la que realizaron en 2005.
BIOGRAFÍA
Divino para unos, insoportable para otros, José Celestino Casal Álvarez, al que todos conocimos como TINO CASAL, fue una figura clave de la movida madrileña. Sin embargo, su exuberancia y su exhibicionismo ocultaron en muchas ocasiones sus cualidades musicales.
Este asturiano nacido en la pequeña localidad de Tudela Veguín, cercana a Oviedo, ya en 1946 exageraba en el uso de una imagen barroca y ello le convirtió en un personaje raro, con estilismos imposibles y una sexualidad indefinida que le confería un tanto la atracción como la repulsión.
Sin embargo, consiguió conectar con los poperos de principios de los ochenta, alzándose a la posición de superventas y liderando el neoglam español. Casal era cantante, productor, letrista, arreglista, hombre de negocios… pero, sobretodo, artista.
Su calidad era tal que incluso fue el hombre que estaba detrás de los duros Obús, a quienes llevó al éxito en un género muy alejado del suyo, de los tecno-pop Azul y Negro o de Tacones.
Todo comenzó en su Asturias natal, donde ya los a 13 años tocaba en el grupo Los Zafiros Negros, del que pasó en 1967 a Los Archiduques. La experiencia fue corta y decidió marcharse a Londres para cultivar la pintura y la escultura. Fue allí donde tuvo su primer contacto con el glam rock.
Regresó en 1977 para publicar, ya en solitario, dos discos de música melódica antes de participar en el Festival de Benidorn en 1978, una época que luego declaró aborrecer.
En 1981 decidió cambiar de línea y con la colaboración del productor Julián Ruiz se sumó a la moda neoromántica con temas como ‘Champú de huevo’ –un tema que hablaba de McNamara y Almodóvar–, que le dieron popularidad, seguidores y un éxito transitorio. Paralelamente empezó a codearse con los gurús de la movida madrileña y no tardó en convertirse en artista de vanguardia.
Alcanzó el trono en 1983 con el LP ‘Etiqueta negra’ y el single ‘Embrujada’. Fue su primer número uno y el comienzo de su idilio con la popularidad. Constituyó su cénit creativo, a pesar de que también pisó las listas de éxitos con ‘Pánico en el Edén’, que fue utilizado como sintonía por la Vuelta Ciclista a España de 1984.
Un accidente le mantuvo apartado casi tres años de la actividad musical, después de que en 1985 tuvo que ser hospitalizado al borde de la muerte por una necrosis ocasionada por un esguince mal curado con el que actuó durante todo un verano, desoyendo las indicaciones médicas. Reapareció en 1988 con el disco ‘Lágrimas de cocodrilo’, que contenía ‘Eloise’, versión del clásico de Barry Ryan que fue muy bien aceptada por el público.
Su carrera finalizó el 22 de septiembre de 1991 al perder la vida en un accidente de tráfico registrado cerca de Madrid ,cuando regresaba de una fiesta a las siete de la mañana. Contaba con 41 años. Su genuino estilo será imposible de borrar. En su funeral, el productor Julián Ruiz, aseguró que Casal «sabía que no iba a llegar a viejo».
Quien quiera conocer más sobre este genio puede descubrir otras facetas de su vida en este interesante documental.