‘Raspberry beret’ es pura magia colorista. La magia está en manos de los magos y Prince lo es. Sobre todo en la producción, faceta por la que destaca este tema de 1985, que hizo que el norteamericano ganara adeptos incluso en ese sector del público que en sus primeros años le calificó de «negro, sucio y degenerado». Sin embargo, la canción se tuvo que conformar con el número dos de la lista de éxitos norteamericana.
Su alegre melodía y la incorporación de los violines bastaron para encandilar a los aficionados al pop de todo el mundo. Hubo incluso quien quiso ver en la composición del de Mineápolis ciertos tintes de la estética musical de los propios Beatles. Para ello se olvidó de su querencia a las exhibiciones de guitarra y redujo los punteos al mínimo.
‘Raspberry beret’ resultó exitosa y comercial, a pesar de que dio un golpe de timón tras ‘Purple rain’, el disco que convirtió a Prince en dios musical. Abandonó incluso sus habituales provocaciones sexuales, para centrarse en la conquista del mercado de masas, aunque siempre de la mano de la calidad y de la exigencia creativa. Incorporó instrumentos de cuerda, violines, cello, percusión oriental e incluso una armónica en la versión extendida, pero sin olvidar algunas gotas de funky. En el proyecto colaboraron grandes instrumentistas como Suzie Katayama o David Coleman, además de las coristas Wendy & Lisa.
‘Raspberry beret’, como las grandes obras, también tiene su anécdota. Prince, en la cúspide de la fama tras el éxito anterior de ‘Purple rain’, prefirió no interrumpir su gira y rechazar la invitación a participar en el multitudinario disco ‘We are the world’ y el proyecto USA for Africa, diseñado para recaudar fondos con los que combatir la perenne hambruna que asuela el continente negro. No obstante, sí mostró su compromiso con el proyecto con la donación de ‘Raspberry beret’ para que fuera incluida en el LP. Sin embargo, su regalo fue rechazado por la organización.
El videoclip también contribuyó en buena medida al éxito de ‘Raspberry beret’. Fue filmado cargado de efectos especiales. Esos colores, esos dibujos animados, ese fondo en movimiento, la chaqueta celestial de Prince acompañado por el grupo The Revolution, ese público presente durante la interpretación del tema a modo de concierto… Todo genial. Lastima que ahora casi sea imposible verlo porque el propio Prince ha decidido borrar toda su obra de formato visual. Cosas de genios o locos.
La letra nos relata un romance adolescente y la primera experiencia sexual con una chica que lleva la boina que da título a la canción.
Yo estaba trabajando a tiempo parcial
en una tienda de cinco y diez centavos
Mi jefe era el señor McGee
él me dijo varias veces que no le gustaba
porque yo era un poco pausado
Parecía que estaba ocupado haciendo algo
diferente que el día anterior
pero cuando la vi, oh, la vi
cuando ella entró por la puerta de salida
Llevaba una boina frambuesa
del tipo de las que se encuentran
en una tienda de segunda mano
boina frambuesa
Y si es caliente ella no gastará mucho más
boina frambuesa
creo que me enamoré
VERSIONES
La banda HINDU LOVE GODS, compuesta por los antiguos miembros de REM excepto Michael Stipe, que fue sustituido por Warren Zevon, intentó ofrecer una nueva visión de ‘Raspberry beret’, sin demasiado éxito.
http://youtu.be/6pE5t3knEKU
El grupo BELLY BUTTON también ofreció su punto de vista del tema.
http://youtu.be/sY7weXf_Kas
Los miembros de la banda texana THE DERAILERS ofrecieron un cóver mezcla de rock y country.
http://youtu.be/RbzKQLEQ3Cg
Bajo el nombre de DUMP, James McNew, bajista de Yo La Tengo, grabó también el éxito del genio de Mineápolis.
Asimismo existen versiones de D’Angelo, El Presidente, Kate Ceberano, Neil Hannon o Ben Nichols. Hasta Justin Timberlake se ha inspirado en este tema.
PRINCE es, o quizá ya fue, uno de los artistas de mayor talento. Nos ofreció lo mejor de su obra en los ochenta, década en la que se salió del carril por el que caminaba la mayoría de la comunidad musical negra, adicta por aquella época al funk o al hip hop. Sin embargo, el de Mineápolis (7 de junio de 1958) se empeñó en mantener viva la herencia de los grandes genios de color de las décadas anteriores.
Su afición al mundo de la música la heredó de sus padres, quienes, a pesar de trabajar en la construcción y como asistenta social, en los tiempos libres actuaban en modestos clubes de jazz. Sus primeros pasos sobre los escenarios los dio como integrante del grupo Grand Central a comienzos de los setenta, aunque su primer paso por los estudios de grabación lo realizó dentro de otra banda, 94East.
Pero pronto quiere caminar solo y comenzó a trabajar en proyectos individuales. Con una maqueta de catorce temas grabada interpretando él todos los instrumentos se marchó a Nueva York con la firme intención de conquistar el mundo. Fracasó en el primer intento y tuvo que regresar a su ciudad natal.
Desde casa mantuvo su empeño y consiguió un contrato con Warner Bros, discográfica con la que sacó varios álbumes que llamaron más su atención por sus portadas provocativas que por su música. El éxito tardó en llegar. No lo hizo hasta 1984, con la banda sonora de la película ‘Purple rain’, una especie de autobiografía que se llevó un Óscar.
La mezcla de rock, jazz y funk atrajo a un numeroso público y le hizo acreedor de un gran audiencia, reforzada un año más tarde por el LP ‘Around the world in a day’, que contenía ‘Raspberry beret’. Pero Prince es un genio y como todos los genios es un tipo muy especial. Su carácter peculiar salió de inmediato a relucir, cuando de repente renunció a su nombre y decidió ser designado por un símbolo gráfico o pseudónimos como Love Symbol o TAFKAP (El artista anteriormente conocido como Prince).
Con la llegada del nuevo siglo, su peculiar personalidad se agudizó y su obra se distanció de los mercados. Sin embargo, con más de cien millones de discos vendidos, no se puede negar que Prince es una de las principales figuras de la música moderna. Su adicción al trabajo permite afirmar que su producción no se detendrá.