La palabra amor suena dulce en cualquier idioma, pero en euskera especialmente. O al menos eso es lo que me transmite mi confesa subjetividad. Maite ha superado incluso su condición semiótica y da ya nombre a miles de mujeres, en Euskadi y en otras latitudes.
El guipuzcoano Urko supo rentabilizar la belleza del término en nuestra lengua para, con el uso de una simple repetición, describirnos una historia de sentimientos positivos y negativos, de amor y desamor. Preguntas como ¿cuánto dura el amor ? o ¿qué es amar y qué es el amor?, tan repetidas a lo largo de la historia e igualmente tan vacías de respuestas, se concatenan alrededor de una melodía primitiva para dibujar un haz de emociones.
La simpleza del tema ‘Maite, maite, maitia’ representa también la falta de adornos que tradicionalmente ha caracterizado al pueblo vasco. Nuestras canciones son reflejo, no podemos negarlo, de nuestra forma de ser. Duros pero nobles, decían antes. Contundentes pero dulces, podríamos asegurar ahora.
Aunque esta composición de 1976 habla de un amor que termina, nos hace soñar sobre la existencia del querer permanente, aquel que nunca tiene fin. La voz ligeramente áspera de Urko y su guitarra rasgada suenan en cambio hogareñas, subrayando el mensaje y relanzando la letra.
‘Maite, maite, maitia’ se cantó y bailó en todas partes de Euskadi, en cualquier romería o boda. La unión que hacía de amor y patria, y unos arreglos musicales bien trabajados y profesionales, la convirtieron en imprescindible en la banda sonora de aquellos tiempos. Incluso consiguió un hito histórico al ser la primera canción en euskera programada por ‘Los 40 principales’. Hasta entonces la radio y la televisión estaban vetadas para los artistas que cantaban en nuestro idioma.
‘Maite, maite, maitia’ , imborrable en nuestra memoria musical, y otras son obras que nacieron en los estertores de la dictadura franquista, que siempre amputó la cultura vasca. Las canciones eran, con sus metáforas y simbolismos, una válvula de escape de ese particular túnel que tocó atravesar a este país durante cuarenta años.
Maite maite maitia
zu zara nerea
zu zara berria
zu zara negarra
zu zara irria
Maite maite maitia
zu zara mailua
zu zara aizkora
zu zara egurra
zu zara burnia
Hurbilduko banintz
ta ikutuko ba zindut
Hemen, hemen zu ta ni bakarrik,
bakarrik munduan,
bakarrik maitasunean
Maitasuna
zer da maitasuna?
zer da maitatzea?
zenbat irautzen du maitasuna?
zu ta ni bakarrik maitasunean
Maite maite maitia…
Bainan,
zeti dago maitasunean,
bainan zerbait.
jadanik ezin dezaket maita
hain laburra izanik
nere zureganako maitasuna
dagoeneko hillik da
Maite maite maitia…
EN CASTELLANO
Amada, amada, amada
eres mía
eres nueva
eres llanto
eres sonrisa
Amada, amada, amada
eres martillo
eres hacha
eres madera
eres hierro
Si me acercara
y te tocara…
Aquí,
aquí tú y yo solos,
solos en el mundo,
solos en el amor
El amor
¿qué es el amor?
¿qué es amar?
¿cuánto dura el amor?
tú y yo solos en el amor
Amada, amada, amada
Pero, en el amor siempre hay algún pero
ya no puedo amarte
el amor es tan corto,
que el mío hacia ti,
ya ha muerto
VERSIONES
La canción de Urko es un clásico vasco y habitual en las ESCUELAS DE MÚSICA. En la Torrezabal de Galdakao Amaia la cantó acompañada de Leire, al piano.
El donostiarra URKO fue bautizado como José Antonio Larrañaga en 1948. Su carrera musical comenzó en los setenta, marcada por la dictadura y a través de la senda abierta por los precursores de Ez dok amairu, el movimiento que alrededor de Mikel Laboa comenzó a labrar por primera vez el barbecho de la canción vasca.
Desde aquel concierto en Amara que compartió con Oskarbi, Lupe eta Etxamendi eta Larralde no ha dejado de caminar. Primero nos ofreció canciones políticas y reivindicativas para movilizar a la gente frente al régimen de Franco o para llamar a la militancia con el euskera. Luego, muerto el dictador, llegó la primera balada con la analizada Maite, maite, maitia’ y la adaptación de textos de poetas como Joseba Zulaika, Bitoriano Gandiaga o Gabriel Aresti.
Era momento de cuidar tanto la música como el mensaje y de adaptarse también al rock reinante. Con este estilo y canciones populares de San Sebastián se adentró en los ochenta. En esta década su actividad fue extenuante y por ello decidió apartarse de los escenarios.
Desde los noventa entra y sale de la música para cuestiones puntuales. Su vida camina por otros lares, pero aún tiene sus seguidores, como lo demuestra el éxito de los conciertos que solo o en compañía de otros artistas ofrece de vez en cuando. Lo demostró la gira ‘Gu gira’ que protagonizó en ambiente nostálgico con compañeros de época.