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Anje Ribera

Música callada

Cecilia – Un ramito de violetas

‘Un ramito de violetas’ es ante todo un conglomerado de sensibilidad. Una maravillosa muestra del talento de Cecilia para musicar historias cotidianas que la madrileña ofreció a su público en 1975, justo cuando el régimen franquista protagonizaba su estertor. Su voz lánguida, que ha alcanzado la eternidad pese que la garganta de la que brotaba está enterrada desde hace más de tres décadas, nos regaló una muestra de delicioso folk-pop que se adelantó a su época.

Sin embargo, fue bien recibido por el público pretransición y el single, producido por el también desaparecido Juan Carlos Calderón y por Honorio Herrero, se mantuvo durante cuatro semanas en el escalón más alto del hit parade patrio. Constituye una pieza magistral que ha sobrevivido a distintas generaciones y que todo el mundo conoce aquí y al otro lado del Atlántico.

La letra conforma un poema de una calidad excelente que muy pocos cantautores españoles llegarán nunca a alcanzar. Nos describe un relato de amor y desamor que hace sentir un escalofrío tras otro a medida que avanza. Comienza como un cuento y acaba con técnica cinematográfica en un final sorprendente. Cada verso encierra dolor, sentimiento y compresión.

Nos recuerda que la costumbre acaba con todo, también con el matrimonio. Aunque al final descubrimos que el marido se ha convertido en admirador secreto, en amante virtual y generador de ilusión para una mujer ya resignada a una relación monótona. Saberse amada por un desconocido le insuflaba vida.

Nadie podría describir mejor una historia redonda que perfectamente podría inspirar un culebrón venezolano de cientos de capítulos. Extendió en poco menos de cuatro minutos un mensaje que todos deberíamos tener en cuenta cada día. Estamos obligados a luchar contra esa costumbre que convierte en hábito lo que es extraordinario y que se empeña en hacernos creer que lo nuevo es siempre mucho mejor.

Porque qué cosas tiene el amor que obliga a los maridos a ponerse el disfraz que les convierte en invisibles ante su pareja y que luego, enfundados en el anonimato, mandan versos y flores a la mujer a la que aman, aunque no sepan transmitirlo. Tal vez por ello ella imaginaba detrás de aquel romanticismo no confesado a otra persona, alguien que le diera el cariño y la cercanía de la que carecía su unión.

Pero quizás es condición humana y el enamorado a veces no logra la valentía o la oportunidad para decírselo a la cara al destinatario y se ve obligado a recurrir a enrevesados caminos para hacérselo saber. ‘Un ramito de violetas’ puede ser ejemplo de cómo a veces la sensibilidad se enmascara en el silencio. Una historia sinuosa, muy triste pero a la vez bellísima.

Era feliz en su matrimonio
aunque su marido era el mismo demonio
tenía el hombre un poco de mal genio
ella se quejaba de que nunca fue tierno

Desde hace ya mas de tres años
recibe cartas de un extraño
cartas llenas de alegría
que le han devuelto la alegría

Quién le escribía versos dime niña quién era
quién le mandaba flores por primavera
quién cada 9 de noviembre
como siempre y sin tarjeta
le mandaba un ramito de violetas

A veces sueña y se imagina quién será aquel
que a ella tanto la estima
será más bien hombre de pelo cano
sonrisa abierta y ternura en sus manos

Quién le escribía versos dime niña quién era
quién le mandaba flores por primavera
quién cada 9 de noviembre
como siempre y sin tarjeta
le mandaba un ramito de violetas

Y cada tarde al volver su esposo
cansado del trabajo la mira de reojo
no dice nada porque lo sabe todo
ella es feliz así de cualquier modo

Porque él es quien la escribe versos
él es su amante, su amor secreto
y ella que no sabe nada
mira a su marido y luego se calla

Quién le escribía versos dime niña quién era
quién le mandaba flores por primavera
quién cada 9 de noviembre
como siempre y sin tarjeta
le mandaba un ramito de violetas

VERSIONES

SOLE GIMÉNEZ, excantante de Presuntos Implicados, modernizó ‘Un ramito de violetas’ con el arte que siempre ha mostrado la hispanoparisina.

El gran intérprete gitano MANZANITA, que tampoco está ya entre nosotros, hizo una versión personal que encantó al público. También es fantástica.

Deliciosa asimismo la interpretación que realizaron PABLO MILANÉS y VÍCTOR MANUEL de este clásico.

La tecnología permitió juntar las voces de Cecilia y de JULIO IGLESIAS mucho después de que ella hubiera desaparecido.

En Latinamérica es conocida la versión de la BANDA EL MEXICANO.

CECILIA, bautizada en Madrid en 1948 como Evangelina Sobredo, tomó su nombre artístico de la canción homónima de Simon & Garfunkel. Por su condición de hija de diplomático hasta los diecisiete años reside en Inglaterra, Estados Unidos, Portugal y Jordania, y ello le permite recibir influencias musicales impensables en aquella época en la península como las de Bob Dylan, Joan Baez o Janis Joplin.

A su regreso a España comienza a estudiar Derecho, pero su contacto con Joaquín Díaz, Nacho Sáez de Tejada (Nuestro Pequeño Mundo) y Julio Seijas (La compañía – La charanga del tío Honorio) le llevaron a dejar la universidad y a centrarse en la música cantando en inglés y aires blues y folk con el grupo Expresión.

En 1972, con el apoyo de la multinacional discográfica CBS, comienza a mostrarnos su talento como compositora e intérprete. Alterna críticas contra la hipocresía de una determinada clase social con retratos de la España del momento, himnos de rebeldía feminista y denuncias sobre una forma de vida que se desmoronaba por momentos en los últimos años del franquismo.

Cuando se encuentra en su mejor momento creativo y era la indiscutible gran figura femenina de la música española, en 1976 fallece en un accidente de tráfico. Regresaba de una actuación en Vigo cuando en la pequeña población zamorana de Colinas de Trasmonte, cerca de Benavente, el vehículo en el que viajaba junto a sus músicos choca contra una carreta de bueyes sin luces a las seis de la mañana, un accidente propio de la España profunda de aquella época.

Le faltaban un par de meses para cumplir 28 años. Fatídica edad en la que muchos cantantes fallecieron. Por ejemplo, Amy Winehouse o Kurt Cobain.

Nos dejó su corta pero profunda obra, muestra perenne de su sensibilidad, su rebeldía, su protesta y sus composiciones inolvidables.

Canciones para escuchar a oscuras - Por Anje Ribera

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