Daytona Beach (Florida, EEUU), 6 feb (EFE).- Cuando otros años la primera y tradicional carrera de la nueva temporada, las 500 Millas de Daytona, era motivo de alegría y optimismo dentro del automovilismo estadounidense, esta vez la crisis económica ha transformado el ambiente. La primera carrera de la modalidad NASCAR se pudo ver. Nadie sabe con exactitud que es lo que podrá pasar durante la temporada.
Además todos los pilotos, incluido el colombiano Juan Pablo Montoya, reconocen que están viviendo una situación muy especial y única, algo que hasta ahora lo habían conocido. Lo único que pudieron decir los pilotos durante el primer día de presentación ante la prensa es que el ambiente era distinto y nada tenía que ver con el de años anteriores, donde todos llegaban con grandes proyectos. Ante la complicada situación económica, Jimmie Johnson no fue el gran centro de atención por estar a las puertas de su cuarto campeonato consecutivo. Tampoco Tony Stewart que emprende una nueva aventura como dueño y piloto, ni que Mark Martin tenga una última oportunidad de ganar un título de la serie, que busca de manera desesperada durante casi tres décadas.
Preocupa cómo se puede sobrevivir en la competición cuando la economía se encuentra en plena recesión y que el propio presidente estadounidense, Barack Obama, advierte que si no se dan soluciones ahora, los efectos de la crisis pueden ser mucho más devastadores a todos los niveles. “Evidentemente, nos ayudan muchos patrocinadores de empresas y nuestros aficionados son los más leales que hay”, destacó el piloto Jeff Gordon, cuatro veces campeón de la Cup Series. “Todos ellos enfrentan una dura prueba durante esta época y hay que entenderlo y admitirlo”.
Cientos de empleados de la NASCAR han sido despedidos desde que terminó la temporada anterior. Varios propietarios decidieron fusionar sus escuderías; otros redujeron los presupuestos y algunos, simplemente se retiraron.
Equipos como Bill Davis Racings, The Wood Brothers y Petty Enterprise realizaron despidos masivos. Incluso escuderías consideradas poderosas, como Hendrick Motorsports, Joe Gibbs Racing y Roush Fenway Racing, debieron apretarse el cinturón. Las grandes compañías automovilísticas en Estados Unidos como la Chrysler, Ford y General Motors han experimentado el desplome en las ventas de vehículos, y lo mismo ha sucedido con la japonesa Toyota, la mayor automotriz del mundo. “Al final todos somos deportistas y saldremos a la pista a dar lo mejor para que los aficionados al deporte del motor puedan disfrutar al máximo”, comentó Montoya.