El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
No seré yo, pero siempre hay que insistir en que a veces la diferencia entre un susto y un montón de centímetros cuadrados de quemaduras y heridas puede ser sencillamente llevar algo más que chanclas, ponerse un vaquero y una chaquetilla. No me pongo más purista y pido cuero y protecciones porque ya a alguno le puede entrar la risa, con 40 grados a la sombra. Y del casco espero no tener que hablar, aunque sea uno de esos de rejilla (aunque se estropee un poco la cresta, chicos)
Los de Moto Rocío sacaron el otro día un cartel que lo ilustra bien. Imaginad lo monísima que podría quedar la chica después de un arrastrón, en una cama de hospital andaluz en pleno verano, con picores horrendos de cicatrización, marcas indelebles… y de la cabeza prefiero no hablar.
Pues eso, a disfrutar.