Un miliciano del Ejército Islámico se lleva la “compra” a casa: ayuda humanitaria en forma de pañales y demás productos básicos. Idlib, en Siria y a apenas treinta kilómetros de la frontera turca, sufre los bombardeos de la aviación gubernamental, que malamente distingue entre el que conduce la moto y su hijo, el de los pañales. No aprendemos.