Pues no, aunque sea muy popular y aceptado, las nubes no enturbian la memoria, ni mucho menos. Lo verán con las investigaciones de Joseph Forgas y su grupo de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney, Australia. Nos cuentan que el ánimo influye en el funcionamiento de la memoria, y también aseguran que el tiempo que hace, nublado o soleado, afecta el ánimo. Por tanto, no cuesta mucho proponer que el tiempo, a través del ánimo, interviene en el ejercicio de la memoria. Y montan un experimento para probarlo.
Participan 73 voluntarios, de ellos 32 son mujeres, y todos clientes de una tienda de periódicos, revistas, chucherías y regalos. Los autores colocan en la tienda, en un determinado expositor, diez objetos de adorno y regalo (un cañón de juguete, un autobús rojo de dos pisos de Londres, tractor de juguete, una hucha con forma de cerdo,…). A los clientes, a su salida de la tienda, se les pide que recuerden cuántos había y qué eran, y que puntúen, del 1 al 9, el ánimo que tienen, de feliz a triste y de bueno a malo. Además, se apunta si el día es soleado o lluvioso y, también, se manipula la música que suena en la tienda, alegre o triste.
Pues con buen ánimo, es decir, con día soleado o música feliz, los aciertos de la memoria son la mitad que los fallos y, en números absolutos, muy pocos; vamos que solo se acierta uno de los objetos. En cambio, en días lluviosos o con música triste, es decir, con el ánimo más bien decaído, los aciertos son más de ocho sobre diez.
Como ven, nuestra memoria funciona mucho mejor cuando llueve y más todavía si, además, ponemos una buena música triste. Entonces nos acordamos de todo. Que, la verdad, quizá no sea siempre aconsejable.
*Forgas, J.P., L. Goldenberg & C. Unkelbach. 2009. Can bad weather improve your memory? An unobtrusive field study of natural mood effects on real-life memory. Journal of Experimental Social Psychology 45: 254-257.