Deseamos, nos sentimos atraídos, estamos siendo tentados por deseos que, siempre optimistas, creemos nos van a llenar la vida. Y, sin embargo, ya tenemos experiencia de que no todos los deseos cumplidos nos hacen felices. Además, nuestra educación, cultura y normas sociales nos indican, a menudo, qué deseos cumplir y cuáles evitar. Es más, hay quien ha afirmado que el 40% de las muertes que ocurren en la sociedad occidental se deben a tentaciones que se deberían haber evitado: tabaco, alcohol, drogas, tráfico, dietas no saludables,… Y uno se pregunta, como lo hacen Wilhelm Hofmann y su grupo, de la Universidad de Chicago, con qué frecuencia aceptamos o rechazamos los deseos que se nos presentan en nuestra vida diaria.
Trabajan con 205 voluntarios, dos tercios de ellos son mujeres, con edades de 18 a 55 años, 25 años de edad media y todos de los alrededores de Würzburg, en Alemania. Reciben, cada uno, un Blackberry que utilizarán durante 7 días. Cada día, en un intervalo de 14 horas, los voluntarios reciben en el Blackberry 7 peticiones de datos y se les pregunta si han cumplido un deseo durante la última media hora o lo están cumpliendo justo en ese momento. Si la respuesta es afirmativa, se le ofrecen 15 opciones para colocar el deseo cumplido: comida, bebida no alcohólica, alcohol, café, tabaco, otras sustancias, sexo, uso de los medios sociales en el ordenador, comprar, trabajo, contacto social, deporte (participación), tiempo libre, dormir, higiene y otros. Deben puntuar sus deseos de 0 a 7 y el conflicto con otros deseos de 0 a 4, indicando el deseo en conflicto y si lo han resistido. En total, los autores tienen 10558 respuestas referidas a 7827 deseos para analizar.
Los deseos más frecuentes son comer, beber y dormir, seguidos de tiempo libre, contacto social y uso de los medios sociales en el ordenador. El más fuerte es dormir, seguido del sexo, y los que menos fuerza tienen son alcohol y tabaco. Los deseos que plantean más conflictos con los objetivos vitales de cada uno son el tiempo libre y, de nuevo, dormir, y los que menos las bebidas sin alcohol, seguidas del café, el trabajo y la higiene. También cambian los deseos a lo largo del día, de esas 14 horas de intervalo en las que se les piden datos a voluntarios con el Blackberry. Por ejemplo, el café es para las mañanas y el alcohol, uso de medios en el ordenador y contacto social son más bien para las tardes. Y hay cambios semanales: los sábados noche para el alcohol y los lunes mañana para el café, los sábados todo el día para comprar. Y, es evidente, el deseo de dormir se da durante el día y no a la mañana, recién levantado, o a la tarde, en que se acaba el día y ya no es un deseo sino, más bien, una necesidad. O, por lo menos, así lo ven los voluntarios.
Para terminar, este trabajo llegó a los medios bajo el titular de que es más difícil dejar el tabaco o el alcohol que el Twitter, y es cierto, pues el deseo por el tabaco y el alcohol tiene menos fuerza que el deseo por el uso de los medios sociales en el ordenador. Vale.
*Hofmann, W, K.D. Vohs & R.F. Baumeister. 2012. What people desire, feel conflicted about, and try to resist in everyday life. Psychological Science 23: 582-588.