Están de moda, sobre todo entre los jóvenes del mundo occidental y quizá entre los no tan jóvenes pues ya llevamos unos años viendo tatuajes y piercings. Nicolas Guéguen, nuestro psicólogo de cabecera, de la Universidad de Bretaña Sur en Lorient, enumera las razones para sufrir esta moda tan dolorosa para la piel: verse más guapo; distinguirse de otros; afirmar la propia identidad; encontrar el límite a la resistencia al dolor; afiliarse a un grupo que, como característica distintiva, utiliza tatuajes y piercings; y, finalmente, hacerlo como una forma de protesta contra la sociedad en general o, en los más jóvenes, contra los padres en particular.
Guéguen nos cuenta que, en estudios previos, se ha detectado que hay una relación entre conductas de riesgo y tatuajes y piercings en comparación con quienes no los tienen. Las conductas que parece se han detectado tienen que ver con el sexo, el abuso de sustancias y la violencia. Y, entre ellas, está el consumo de alcohol. Guéguen se propone averiguar si esto último es cierto y, como siempre, lo hace con un experimento sencillo y directo.
Simplemente coloca a sus investigadores voluntarios, 99 universitarios, entre ellos 42 mujeres, con edades de 20 a 22 años, en la puerta de 21 bares muy populares en cuatro ciudades de la costa bretona. El trabajo se hace durante cuatro sábados a la noche, de 23.30 a 24.00 horas, según la gente sale del bar y teniendo en cuenta que los establecimientos tienen que cerrar entre las 24.00 y la 1.00 horas.
A los que van saliendo se les hace una encuesta que comienza con preguntas sobre si tienen tatuajes y piercings y en qué zona del cuerpo los tienen. Después soplan en el alcoholímetro para conocer la concentración de alcohol en sangre. Los encuestados son 1710 hombres y 1260 mujeres, con una edad media de 20.6 años en los chicos y de 20.2 para las chicas.
No llegan al 10% los que tienen más de un piercing o un tatuaje. Entre los chicos hay 98 con tatuajes, 53 con piercings y 27 con tatuajes y piercings, y en total es el 10.4%. Y, entre las chicas, hay 124 con tatuajes, 138 con piercings y 85 con tatuajes y piercings, con un porcentaje total del 27.5%.
Cuando se analizan estos números en relación con el alcohol en sangre, Guéguen encuentra que quienes no tienen ni tatuajes ni piercings y los que tienen solo tatuajes, sean chicos o chicas, tienen parecida concentración de alcohol en sangre. En cambio, los que solo tienen piercings y los que tienen tatuajes y piercings tienen más alcohol en sangre: un 20% más en chicos y un 40% más en chicas.
Como ven, sobre todo la existencia de piercings se puede relacionar con un consumo mayor de alcohol. Guéguen llega a proponer que los piercings pueden servir de aviso a educadores, padres y médicos.
*Guéguen, N. 2012. Tattoos, piercings, and alcohol consumption. Alcoholism: Clinical and Experimental Research DOI:10.1111/j.1530-0277.2011.01711.x