Ya saben, lo habrán notado, los zombies están de moda. Los muertos andantes pasean por nuestras calles y plazas en enormes, y asquerosas, multitudes. Para los que quieran aumentar su cultura histórico-cinematográfica sobre zombies aquí van tres recomendaciones indispensables para un cinéfilo: “Yo anduve con un zombie” (1943, Jacques Tourneur), “La noche de los muertos vivientes” (1968, George A. Romero) y “Braindead. Tu madre se ha comido a mi perro” (1992, Peter Jackson). Y para comprender cómo funcionan los zombies veamos lo que David Hughes y su grupo, de la Universidad Estatal de Pennsylvania en Philadelphia, nos cuentan sobre unas hormigas muy especiales.
Se llama Camponotus leonardi y es una hormiga habitual en los bosques de Thailandia, en la zona superior de la vegetación arbórea y no bajan al suelo. El hongo microscópico Ophiocordyceps unilaterales infecta a estas hormigas y las convierte en zombies obedientes a sus órdenes. O sea, que el hongo modifica la conducta de las hormigas una vez de que estas ya han muerto.
Las obreras de las colonias de estas hormigas se infectan con el hongo cuando buscan y recogen comida para la colonia. Las esporas del hongo se fijan a la piel de la hormiga, a su cutícula, germinan, la atraviesan y rápidamente se extienden por el cuerpo de la víctima. El hongo, para reproducirse, debe infectar obligatoriamente a las hormigas. Cuando el hongo alcanza la parte posterior de la cabeza de la hormiga crece en forma de tallo en el que se desarrollan las esporas. Llegado el momento, las esporas se dispersan y se vuelve a iniciar el ciclo reproductor del hongo.
Durante el proceso, la infección por el hongo mata a las hormigas y, ya cadáveres, el hongo consigue que salgan de la colonia y bajen casi hasta el suelo. Si los cadáveres se quedarían en la colonia, serían destruidas por las hormigas sanas que siempre mantienen muy limpio el nido. Pero el hongo necesita que las hormigas bajen casi hasta el suelo del bosque, en zona más húmeda y sombría, donde se dan las condiciones para que crezca, en la cabeza de las hormigas zombies, el tallo con las esporas. Cuando llega al nivel donde el hongo se puede reproducir, las hormigas muertas muerden con fuerza una hoja y allí quedan; no hay quien las mueva. Es decir, para completar su ciclo reproductor el hongo consigue que las hormigas muertas se muevan hasta el lugar adecuado para su reproducción y allí se quedan. Y, curiosamente, todas las hormigas infectadas de la colonia mueren y se desplazan a la vez. De alguna manera, el hongo no solo consigue que se muevan una vez muertas sino que, además, consigue sincronizar su desplazamiento.
*Hughes, D.P. y 5 colaboradores. 2011. Behavioral mechanisms and morphological symptoms of zombie ants dying from fungal infection. BMC Ecology 11: 13.