Es nuestro colega en el laboratorio desde hace muchos años. Sacrificado y preciso, nos indica si vamos por el buen camino o si nos hemos equivocado. Millones de ellos nos ayudaron antes y millones lo seguirán haciendo en el futuro. Mucho del bienestar en que vive nuestra especie se debe a su aplicada y humilde labor. Es el ratón de laboratorio. Es Mus musculus, por su nombre científico. Es, por ejemplo, la cepa BALB/c, el conocido y famoso ratón albino de laboratorio, de pelaje blanco y ojos rojos. O la cepa C57BL/6, de pelaje castaño oscuro, casi negro, que fue de quien se obtuvo el genoma del ratón. Todos ellos son nuestros famosos y sacrificados amigos.
Ya en el siglo XVI se utilizaban ratones en la investigación biomédica. Fáciles de obtener y fáciles de criar, siempre se tenían a mano unos cuantos en los sótanos y camarotes de las casas, todos ellos más o menos idénticos. William Harvey y la circulación de la sangre, Joseph Priestley y la respiración o Robert Koch y los microbios, todos ellos y muchos más usaron ratones en sus estudios. Solo hace un siglo, a principios del siglo XX, se hicieron los primeros intentos para conseguir cepas de ratones genéticamente homogéneos para su utilización específica en el laboratorio. Todo comenzó con Clarence Cook Little, de Brookline, Massachusetts.
C.C. Little se graduó en Harvard y comenzó su tesis en el laboratorio de Genética que dirigía William Castle. Una de sus hipótesis de trabajo era que el cáncer tenía un fuerte componente hereditario y, para poder estudiarlo, necesitaba una cepa de ratones idénticos. Procreó entre sí los descendientes de una ratona que había en el laboratorio, hermana con hermano, durante veinte generaciones, y consiguió cepas en las que todos los individuos tenían la misma dotación genética y eran fértiles. Allí, en 1927, obtiene la cepa C57BL/6 que antes he mencionado y que todavía se utiliza.
La especie Mus musculus salvaje, origen de nuestro amigo, contiene varias subespecies, de las cuales tres abarcan áreas geográficas muy extensas: Mus musculus domesticus, en Europa occidental y norte de África; Mus musculus musculus, desde Europa central hasta el norte de China; y Mus musculus castaneus, en el sureste de Asia. Aunque en las zonas de contacto hay híbridos de estas subespecies, al cubrir zonas geográficas tan grandes, la mayoría de los individuos pertenecen a una subespecie y, en conjunto, los híbridos son raros.
Little desarrolló los ratones de laboratorio a partir de unos pocos ejemplares que, seguro, pertenecen a una de las subespecies pues ya hemos visto que los híbridos son raros. Y ahora nos podemos preguntar cuál es el origen exacto de los ratones de laboratorio. Nos van a responder Hyuna Yang y su grupo del Laboratorio Jackson de Bar Harbor, en Maine, Estados Unidos, centro que fundó C.C. Little en 1929, cuando dejó Harvard, y que es, por supuesto, una referencia mundial de la genética del ratón.
Nuestros expertos van a comparar el genoma de las tres subespecies con el de 162 cepas de ratones de laboratorio. En una u otra cepa encuentran representación genética de las tres subespecies. También descubren que, si bien las primeras cepas de Little tienen un origen distinto que ahora vamos a ver, durante el siglo XX se han desarrollado cepas a partir de ratones salvajes de las tres subespecies. Sin embargo, las cepas de Little tienen un genoma especial: la mayoría pertenece a la subespecie domesticus, la típica de Europa occidental, que llegaría a Estados Unidos con los colonizadores europeos, pero, además, tiene una parte del genoma de origen japonés. Esto último necesita una aclaración.
Durante siglos, muchos siglos, en Oriente, sobre todo en China y Japón, se criaron ratones como animales de compañía, para juego y diversión de niños y mayores. Como siempre que nuestra especie domestica a otra, enseguida seleccionamos individuos con características especiales por su tamaño, forma, color y otras características, tal como ocurre, por ejemplo, con perros y gatos. Y lo mismo ocurrió con los ratones. En el siglo XIX, esta costumbre de la cría de ratones se popularizó en la Inglaterra victoriana y llegó a Estados Unidos. Y se supone que alguno de estos ratones que, como ven, de generación en generación había dado la vuelta al mundo (por cierto, en dirección contraria a la de Phileas Fogg), llegó a manos de C.C. Little y participó en el desarrollo de las primeras cepas de ratones de laboratorio.
*Crow, J.F.2002. C.C. Little, cancer and inbred mice. Genetics 161: 1357-1361.
*Kotenkova, E., N. Meshkova & M. Shutova. 1991. Las ratas y los ratones. Ed. Mir. Moscú. 290 pp.
*Yang, H. y 14 colaboradores. 2011. Subspecific origin and haplotype Diversity in the laboratory Mouse. Nature Genetics doi:10.1038/ng.847