Es bueno conocer nuestro cerebro. Es la herramienta que la evolución nos ha dado para triunfar como especie y, si no tenemos cuidado, quizá también sea quien nos destruya. A pesar de no saber muy bien cómo funciona, lo utilizamos sin precaución y, creo yo, deberíamos ser más humildes y aceptar que no siempre hacemos lo que debemos porque no siempre pensamos como deberíamos.
Cualquier información es importante y hay afirmaciones sobre nuestro cerebro que se han convertido en dogmas y han llegado a la cultura popular. Roberto Lent y sus colegas dela Universidad Federal de Rio de Janeiro nos van a explicar algunos de estos hechos y aclarar si los dogmas se mantienen o han dejado de serlo.
El primer dogma establece que la corteza cerebral es la cima de la evolución del cerebro ya que, como es sabido, su volumen es mayor en las especies más inteligentes y, además, crece más que cualquier otra zona del cerebro hasta alcanzar su mayor tamaño, en relación al resto, en primates y humanos. Se dice de la corteza que reúne dos tercios de las neuronas del cerebro y que es un candidato prometedor para encontrar la base anatómica de la inteligencia. Pues bien, según Roberto Lent, el tamaño o el número de neuronas, sin más, no tienen un significado importante respecto a la inteligencia o las emociones. Las neuronas son células que dependen del grupo y de sus interrelaciones. Por separado, aunque sean muchas, no significan nada. Es el número de contactos mutuos y las redes que forman lo importante.
Sin embargo, es cierto que la corteza cerebral crece hacia nuestra especie: es el 40% del cerebro del ratón, el 60% en el capibara, el 67% en los primates y el 82% en nuestra especie. Pero no ocurre lo mismo con el número de neuronas; es el cerebelo donde hay más con el 60% en roedores, el 70% en el capibara, el 83% en el macaco o el 80% en humanos. Además, hay una relación estrecha entre el número de neuronas de la corteza y del cerebelo: cada neurona cerebral se corresponde con cuatro neuronas del cerebelo.
En resumen, la evolución coordinada de cerebro y cerebelo es lo que proporciona las habilidades complejas y las respuestas adecuadas a las presiones del entorno. Es la coordinación y el desarrollo armónico lo que, en último término, culmina con la inteligencia. No son sólo los números, hay complejidad detrás de ellos y es esa complejidad lo esencial.
Y hablando de números, es la cantidad total de neuronas del cerebro el segundo dogma. Se afirma que el cerebro maduro tiene de 100.000 a200.000 millones de neuronas. Lo más popular es afirmar que el cerebro tiene 100.000 millones de neuronas; es un número redondo y fácil de recordar, aunque el rango de cifras que aparecen en periódicos, conferencias y hasta en libros de texto va de los 10.000 millones al billón de los nuestros, o sea, a 1.000.000.000.000 de neuronas. Las cuentas al microscopio con métodos actuales van, también en un rango muy amplio, de 3.000 a 39.000 millones sólo para la corteza cerebral. Lent y su grupo han hecho recuentos celulares en fragmentos de cerebro de personas de 50 a 70 años y sus cifras se quedan en los 89.000 millones de neuronas para todo el cerebro, con sólo el 19% en la corteza cerebral a pesar de que ocupa el 81% del volumen total. Como ven, los 100.000 millones van bien como eslogan pero no es, por lo que sabemos, un número real. De todas formas, es un tema abierto y hay que seguir trabajando.
Para tercer dogma tenemos la afirmación de que nuestro cerebro es excepcionalmente complejo en comparación con el de otros primates y, claro está, implica características únicas que nos separan del resto del mundo vivo. Y, por supuesto, esta complejidad, además de hacernos únicos, es la base de la inteligencia. Esta creencia de que nuestro cerebro tiene propiedades excepcionales se basa, en primer lugar, en el antropocentrismo en el que caemos con facilidad, y también en las gráficas, muy conocidas, que relacionan tamaño del cuerpo con tamaño del cerebro. En esta relación los humanos nos salimos de escala y estamos muy por encima del resto de los mamíferos aunque, si lo que comparamos son pesos del cerebro y del cuerpo, por encima nuestro están el elefante y muchos cetáceos, y cerca están los primates. Nuestro cerebro es siete veces mayor de lo esperado para el tamaño de nuestro cuerpo, y tres veces y media mayor que el de los primates. Sin embargo, estamos en la línea, por encima, es cierto, pero en la misma tendencia de primates y del resto de los mamíferos. Tenemos un cerebro grande, y como hemos visto, con muchas neuronas, lo que da la posibilidad de muchas conexiones y, en último término, de la inteligencia.
Como ven, los dogmas no son inmutables, deben cambiar con los datos del momento. El peligro son los dogmas “dogmáticos” casi siempre enunciados por los científicos “dogmáticos”. Eso no es ciencia, es otra cosa.
*Lent, R. y 3 colaboradores. 2012. How many neurons do you have? Some dogmas of quantitative neuroscience under revision. European Journal of Neuroscience 35: 1-9.