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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

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Como en tantos de nuestros asuntos, y sin que seamos conscientes de ello, también entre colegas intervienen las hormonas. Allí están, en nuestra sangre y en nuestro cerebro, cuando encontramos a un amigo o elegimos pareja, o cuando no lo conseguimos y sufrimos de ansiedad y estrés. Ya conocemos la intervención de la oxitocina en nuestra vida sexual o en la relación madre-hijo. Por ejemplo, descubrir que merecemos la confianza de otra persona, provoca una descarga de oxitocina en sangre.

Asimismo es esta hormona, la oxitocina, la del altruismo, la que nos lleva a sacrificarnos por los demás. Nos cuentan Stephanie Brown y su grupo, del Sistema de Salud de Ann Arbor, en Michigan, Estados Unidos, que el aumento de oxitocina en sangre predice que daremos más dinero a nuestra pareja o a algún amigo, si nos lo pide. Incluso la administración de oxitocina por vía nasal nos predispone a dar más dinero a nuestra pareja si dependemos financieramente uno de otro.

En fin, que poco a poco empezamos a conocer las hormonas que intervienen en la formación y persistencia de nuestros vínculos sociales. Según Brown, la progesterona parece que también está implicada en estos procesos. Así, mucha progesterona en sangre se relaciona con la satisfacción producida por una buena relación con otras personas. Como ejemplo podrían servir las mujeres que toman la píldora, que ya se sabe lleva derivados de la progesterona, y que son más propensas a formar grupo que las mujeres que no la toman. Algo parecido ocurre durante el ciclo menstrual, con sus subidas y bajadas de progesterona. Por lo que se sabe en animales de laboratorio, Brown sospecha que oxitocina y progesterona están relacionadas entre sí y su acción se refuerza mutuamente.

Para tratar de demostrar la relación entre progesterona y relación con los demás, Brown y su equipo planificaron un experimento con 160 universitarias, organizadas en parejas, que llevan a cabo tareas que requieren cooperación, creando un vínculo entre las participantes, o que son neutras y no crean vínculo. Se crea un vínculo cuando los dos miembros de la pareja rellenan un cuestionario sobre cuestiones importantes para el futuro de ambas universitarias (“Si pudieras invitar a cenar a cualquier persona del mundo, ¿a quién invitarías?”, “¿Cuál es el mayor compromiso de tu vida?”). No se crea vínculo ayudando a corregir un manuscrito, tarea en que una dicta y la otra copia. Luego participan en un juego de ordenador que implica cooperación y lo repiten una semana después.  Antes y después de jugar se miden en la saliva los niveles de cortisol y de progesterona, además de rellenar encuestas sobre la cercanía que perciben respecto de su pareja y la disposición (o altruismo) a sacrificarse por ella (puntúan del 1 al 5 la frase “Arriesgaría mi vida por mi compañera”).

El nivel de progesterona en sangre es más un 20% mayor en aquellas que cooperan frente a las que no lo hacen.  Y aquellas que tienen un mayor nivel de la hormona son las que, a la semana siguiente, están más dispuestas a sacrificarse por su compañera. El nivel de cortisol, en cambio, es igual entre las que cooperan y las que no lo hacen.

En conclusión, que estar con un buen colega eleva el nivel de progesterona en sangre, hace que nos sintamos a gusto y disminuye la ansiedad y el estrés. Cuiden a sus amigos; son fuente de salud y bienestar.

 

*Brown, S.L. y 7 colaboradores. 2009. Social closeness increases salivary progesterone in humans. Hormones and Behavior 56: 108-111.

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