Comenzó, por marcar un día concreto, el 29 de octubre de 1929, el llamado “Viernes Negro” en que Wall Street se hundió, y duró unos 4 años, hasta 1933. La Bolsa arruinó a muchos, el paro se multiplicó por 7 (el 23% en 1932), la producción industrial se desplomó, más de 3000 bancos quebraron, el comercio mundial bajó a mínimos y el PIB se redujo un 9%. A partir de 1933, al cuarto año, y aunque la tasa de paro era alta, el PIB creció y la economía se recuperó poco a poco, con algunos años de retroceso.
Se ha escrito mucho, y más ahora en época de crisis, sobre la economía o las consecuencias sociales y políticas de la Depresión, pero se conoce menos sobre su efecto sobre la salud de la población. Se sabe que hay tasa que suben, como el suicidio, y otras que bajan, como los accidentes de tráfico. Jose Tapia y Ana Diez, de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, han estudiado la tendencia de la mortalidad a largo plazo antes, durante y después de la Gran depresión, de 1920 a1940, a partir de la serie de estadísticas históricas de Estados Unidos. En concreto, investigan seis causas de muerte: enfermedades cardiovasculares y renales, cáncer, gripe y neumonía, tuberculosis, accidentes de tráfico y suicidio.
De entrada, los resultados son contrarios a la intuición y las hipótesis más plausibles y aceptadas. Se puede esperar, en época de crisis, que aumente la mortalidad y disminuya la esperanza de vida. Sin embargo, la esperanza de vida sube de 57.1 años en 1929 a 63.3 años en 1932, o sea, más de 6 años, y se da por igual en hombres y mujeres, negros y blancos, y a todas las edades. Y es justamente en época de bonanza económica dentro del periodo de tiempo que comprende este estudio (1920-1940) la mortalidad es mayor (1923, 1926, 1929 y 1936-1937). La única excepción es el suicidio, que crece durante la Depresión aunque nunca supera el 2% del total de las muertes.
Los autores aseguran que los años de gran crecimiento coinciden con la peor salud o con mejoras más lentas en la salud pública. Que la causa directa o cercana de la mayor mortalidad sea la mejor economía es lago que queda por demostrar (ya se sabe lo que son las relaciones estadísticas; relacionan procesos pero no demuestran que sean causa y efecto). Incluso se podría decir que, ya que el paro es tan alto, la causa de la buena salud sea el no trabajar, es decir, que el trabajo es malo para la salud.
Por precisar el trabajo anterior, David Stuckler y su grupo de la Universidad de Harvard, estudian los mismos datos pero en 36 estados y en 114 ciudades. Encuentran que baja la mortalidad por neumonía (26.4%), gripe (13.1%) y tuberculosis (11.2%), pero suben las enfermedades cardiovasculares (19.4%), cáncer (8.1%) y diabetes (2.9%). Además descubren que se relacionan las quiebras de los bancos con la tasa de suicidios, que sube, y con los accidentes de tráfico, que bajan.
Para acabar, podemos utilizar las conclusiones del trabajo de revisión que, sobre este asunto, han publicado Ralph Catalano y su grupo de la Universidad de California en Berkeley. En general, si cae la economía, aumentan (contracíclico en su terminología) las depresiones y la tasa de suicidios, el abuso de drogas y las conductas violentas. Y son cíclicos, es decir, si cae la economía bajan las enfermedades en general y la mortalidad.
En resumen, el trabajo, quizá estresante y no elegido, y las buenas finanzas aumentan el riesgo de conductas peligrosas, incluyendo violencia y suicidio. Hay que trabajar más este campo para confirmar que mortalidad y crisis no están relacionadas.
*Catalano, R. y 6 colaboradores. 2011. The health effects of economic decline. Annual Review of Public Health 32: 431-450.
*Stuckler, D. y 4 colaboradores. 2011. Banking crises and mortality during the Great Depression: evidence from US urban populations, 1929-1937. Journal of Epidemiology and Community Health doi:10.1136/jech.2010.121376
*Tapia Granados, J.A. & A.V. Diez-Roux. 2009. Life and death during the Great Depression. Proceedings of the National Academy of SciencesUSA DOI:10.1073/pnas.0904491106