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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Cerebros

El aumento de la longevidad nos lleva hacia una sociedad con un porcentaje cada vez mayor de personas de edad elevada. Viviremos más años, pero es entonces cuando se desarrollan las enfermedades degenerativas del sistema nervioso central, entre ellas, las de Alzheimer y Parkinson. En ambas se destruyen neuronas aunque los mecanismos de esta destrucción no se conocen con exactitud. En el Alzheimer, se acumula en el tejido nervioso cerebral una proteína de pequeño tamaño llamada beta-amiloide que interviene, de alguna manera, en la destrucción de las neuronas. El grupo de Carlos Matute, del Departamento de Neurociencias de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea de Leioa, junto a investigadores del CICBiogune de Derio y de los CIBERMED de Leioa y Barcelona, ha propuesto recientemente un mecanismo nuevo de la interacción entre el beta-amiloide y la neurona que va a desaparecer.

Una alta concentración de calcio en las células es mortal para ellas pues dispara los mecanismos de apoptosis o suicidio celular. Una célula se suicida cuando detecta que funciona mal en algún aspecto y no puede arreglar la avería. Y uno de los iniciadores del suicidio es el aumento de calcio en la célula. Parte de ese calcio proviene del exterior de la célula y entra a través de una proteína de la membrana que, habitualmente, está cerrada y muy controlada para evitar la entrada excesiva de calcio. Esa proteína a través de la cual entra el calcio es lo que se denomina receptor de membrana, y en este caso es el llamado receptor del glutamato. Pues bien, la investigación de Carlos Matute demuestra que el beta-amiloide se une a este receptor en las neuronas, lo abre y deja entrar calcio a la célula que, engañada, inicia los mecanismos del suicidio celular y se destruye. Así se destruyen las neuronas en el Alzheimer. Matute propone buscar fármacos que se unan al receptor sin abrirlo e impidan que lo haga el beta-amiloide; no entraría calcio y la neurona no desaparecería.

La segunda enfermedad degenerativa del sistema nervioso central que vamos a tratar es la de Parkinson. Aquí desaparecen las llamadas neuronas pigmentadas de la sustancia negra, también denominadas dopaminérgicas: pigmentadas de la sustancia negra porque tienen el pigmento melanina, el mismo que tenemos en la piel; y dopaminérgicas porque utilizan como neurotransmisor, para comunicarse, a la dopamina. Cuando estas neuronas faltan, en el cerebro también falta la dopamina y hay determinadas zonas que empiezan a fallar. Entre esas zonas está el núcleo subtalámico que, cerca de la sustancia negra, se encuentra en el centro del cerebro. Este núcleo subtalámico controla, por ejemplo, el temblor tan típico de esta enfermedad. Es decir, desaparecen las neuronas pigmentadas de la sustancia negra, escasea la dopamina y funcionan peor las neuronas del núcleo subtalámico, y aparece el temblor del Parkinson.

Pues bien, el grupo de Luisa Ugedo, del Departamento de Farmacología de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea en Leioa, junto a Gurutz Linazasoro, del Centro de Investigación Parkinson de la Policlínica de Donosti, ha publicado este año un trabajo sobre la acción de algunos derivados del cannabis en la enfermedad de Parkinson. Las neuronas de nuestro sistema nervioso tienen muchos receptores de membrana (recordad el que hemos visto al hablar del Alzheimer) que se unen al cannabis y sus derivados. Nosotros fabricamos nuestros propios productos parecidos al cannabis, llamados endocannabinoides, que se unen a sus receptores de membrana, el CB1 por ejemplo, y nos calman y recompensan cuando lo necesita nuestra fisiología. Los resultados del grupo de Ugedo demuestran que varios derivados del cannabis activan o inhiben el funcionamiento de las neuronas del núcleo subtalámico, aquel que regula el temblor. Es decir, con la falta de dopamina aparece el temblor porque funciona peor el núcleo subtalámico, y con derivados del cannabis conseguimos modular su funcionamiento. Quizá, siguiendo esta línea de investigación, consigamos suavizar los síntomas del Parkinson.

Y ya que estamos en el cerebro y tratamos del cannabis, sigamos con ello aunque desde otro punto de vista. Ana González-Pinto y su grupo del Hospital de Santiago y del Departamento de Neurociencias de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, ambos en Vitoria, han estudiado los efectos del consumo de cannabis sobre el cerebro en relación con la aparición de episodios psicóticos. Ya estaba establecida la relación entre cannabis y psicosis pero a naturaleza de la relación no está, ni mucho menos, clara (recordad que la estadística establece relaciones pero no causa y efecto).

El estudio trata del efecto del cannabis en pacientes con un primer episodio psicótico y que no consumen cannabis (40 pacientes), que consumen y lo dejan durante el tratamiento (27 pacientes) y los que consumen y no lo dejan (20 pacientes). El seguimiento es a largo plazo, a un año, tres años, cinco años y ocho años después del episodio psicótico. Todos los pacientes mejoran durante el tratamiento, y los que más mejoran son aquellos que consumían y lo dejaron en los ocho años de seguimiento. Mejoran en su estado general un 26% y en los síntomas negativos en un 28%, aunque siempre a largo plazo, entre los cinco y los ocho años.

No sólo es importante esta mejoría en cuanto a la psicosis, es que, además, este trabajo demuestra que, si deja el consumo, el paciente mejora. Hasta ahora se creía que el efecto del consumo de cannabis era irreversible.

*Alberdi, E. y siete colaboradores. 2010. Amyloid ß oligomers induce Ca2+ dysregulation and neuronal death through activation of ionotropic glutamate receptors. Cell Calcium 47: 264-272.

*González-Pinto Arrillaga, A. y cinco colaboradores. 2010. Cannabis y el primer episodio psicótico: diferente evolución según su uso continuado o abandono del consumo. 11º Congreso Virtual de Psiquiatría Interpsiquis 2010, Febrero-Marzo, 18 pp. http://www.interpsiquis.com

*Morera-Herreras, T., J.A. Ruiz-Ortega, G. Linazasoro & L. Ugedo. 2010. Nigrostriatal denervation changes the effect of cannabinoids on subthalamic neuronal activity in rats. Psychopharmacology DOI:10.1007/s00213-010-2043-0

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