A las pocas horas de escribir la entrada anterior, me llegan noticias de un nuevo estudio sobre esperanza de vida en Estados Unidos, con unos resultados sorprendentes pero, a la vez, clarificadores del American way of life. Peter Muennig y Sherry Glied, de la Universidad Columbia de Nueva York, quieren entender por qué Estados Unidos se mantienen por detrás de otros países en esperanza de vida. En 1950, los Estados Unidos eran el quinto país en esperanza de vida; en 2010, son el 49. Para resolver este enigma, Muennig y Glied estudian el gasto sanitario, las conductas de riesgo (obesidad, tabaquismo, accidentes de tráifoc y homicidios), y las tasas de supervivencia a 15 años para ambos sexos de entre 45 y 65 años en Estados Unidos y en otros doce países (Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Holanda, Suecia, Suiza y Gran Bretaña).
Estados Unidos ha aumentado la esperanza de vida entre 1975 y 2005, pero otros países la han aumentado mucho más y, en consecuencia, la tasa relativa ha caído, sobre todo para las mujeres blancas; su tasa de supervivencia era la más baja de todos los países estudiados. Es más, esa tasa todavía no había alcanzado el nivel de Suiza, Suecia, Holanda o Japón en 1975. En cuanto a los hombres, su tasa de supervivencia era la 3ª en 1975 y había pasado a la 12ª en 2005. Por el contrario, el gasto sanitario en Estados Unidos ha aumentado más del doble en comparación con el resto de los países de este estudio.
Y ahora vamos a los factores de riesgo. En cuanto al tabaquismo, todos los países son parecidos e, incluso, Estados Unidos presenta una disminución del consumo de tabaco más rápida que el resto. La obesidad es un problema en Estados Unidos, pero también lo era en 1975, y la tasa de obesos ha aumentado en los demás países mucho más rápido que en Estados Unidos. Y las muertes violentas por homicidios o por accidentes de tráfico se han mantenido entre 1975 y 2005 y no influyen en el resultado final.
Como conclusión, la tasa de supervivencia a 15 años desde los 45-60 años ha disminuido en relación con la los países que hemos utilizado como comparación (ha aumentado mucho menos), a pesar de que se ha doblado el gasto sanitario. Y, por otra parte, los factores de riesgo que suponíamos que influyen en este resultado, no lo hacen, y tabaco, obesidad, tráfico y homicidios no cambian el resultado final. Sólo queda, según Muennig y Glied, pensar en algún fallo estructural, más profundo, del sistema sanitario estadounidense. Quizá los pagos por servicio, que no están regulados, o el deseo cada vez más imperioso de cuidados especializados y caros que, aunque suponen mucho mayor gasto, no aumentan la esperanza de vida. Además, tanto los pagos por servicio como los tratamientos especializados suponen un sistema sanitario poco coordinado y fragmentario que separa la atención primaria y la especializada. Casi es como si el paciente buscase, por su cuenta, el tratamiento y, por tanto, el médico adecuado.
*Muennig, P.A. & S.A. Glied. 2010. What changes in survival rates tell us about US health care. Health Affairs 29, 11