La música está presente en todas las culturas y es evidente que la sensibilidad a la música aparece muy temprano en los niños. István Winkler y su grupo, de la Academia Húngara de las Ciencias, han estudiado y publicado en febrero de este año un artículo que demuestra que los niños recién nacidos ya son capaces de detectar el ritmo en la música. Trabajaron con 14 niños neonatos a los 2-3 días del parto, que, durmiendo escuchan esto que voy a transcribir en inglés pues no sé cómo traducirlo exactamente y, seguro, entre los lectores habrá más de uno que me puede ayudar: sound sequences based on a typical 2-measure rock drum accompaniment pattern composed of snare, bass and hi-hat spanning 8 equally spaced (isochronous) positions. A partir de estas secuencias básicas, se crean otras en las que se omiten sonidos en diferentes posiciones. Los niños escuchan 5 secuencias de sonido que comprenden 276 sonidos estándar como los descritos y 30 con parte de la secuencia. A la vez que escuchan la música, se obtiene su encefalograma.
En los encefalogramas se observa cómo los niños detectan la secuencia básica de sonidos así como si falta algunos de los pasos; cuando faltan dos pasos, el niño lo detecta como la falta de dos pasos separados y no de una parte completa de la secuencia. Es como si segregara los sonidos y creara expectativas distintas para cada uno de ellos y, si uno no suena, su cerebro revela que le ha fallado algo que esperaba. Todo ello parece indicar que la detección del ritmo podría ser innata; hay que recordar que el oido es parcialmente funcional desde tres meses antes del nacimiento.
Brevemente, sigamos la historia de los niños hasta los ocho años. Sylvain Moreno y sus colaboradores, de la Universidad de Marsella, han estudiado, con 32 niños que no practican ningún tipo de música, y durante 9 meses, si el aprendizaje musical tiene alguna relación con las habilidades lingüísticas. Se asigna a los chavales, al azar, a cursos de música y de pintura durante seis meses. Y después de las clases de música, pero no de las de pintura, los niños leen mejor y son capaces de una mejor discriminicación de vocabulario al hablar. Y en sólo seis meses, a los ocho años de edad. Está claro que hay una relación (es el mismo sentido: el oído) en el cerebro entre la música y el lenguaje. Parece lógico.
Y sigamos a nuestros niños hasta la adolescencia. Darby Southgate y Vincent Roscigno, de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus, han revisado trabajos ya publicados, en los que intervenían unos 20000 niños y 25000 adolescentes, sobre la influencia de la música en el rendimiento escolar. En los trabajos se tenía en cuenta la música en el centro de enseñanza, fuera del centro y la participación de los padres en la asistencia a conciertos. Sin entrar en detalles, que si no esto se alarga, la participación en actividades musicales, sea dentro o fuera del centro de enseñanza, se asocia con las medidads de aprovechamiento académico.
En resumen, que si algún día encuentro algo de bibliografía en contra de la música (dejando de lado el ya varias mencionado heavy metal), eso sí que será noticia y ya os lo contaré.
*Moreno, S., C. Marques, A. Santos, M. Santos, S.L. Castro & M. Besson. 2009. Musical training influences linguistic abilities in 8-year-old children: more evidence for brain plasticity. Cerebral Cortex 19: 712-723.
*Southgate, D.E. & V.J. Roscigno. 2009. The impact of music on childhood and adolescent achievement. Social Science Quarterly 90: 4-20.
*Winkler, I., G.P. Háden, O. Ladinig, I. Sziller & H. Honing. 2009. Newborn infants detect the beat in music. Proceedings of the National Academy of Sciences USA 106: 2468-2471.