90 micras por segundo (micra es la milésima parte de un milímetro). O, para entendernos mejor, 0,3 metros por hora. Es el récrod de velocidad en los espermatozoides de las múltiples especies de peces cíclidos del lago Tanganyka, en el centro de África. En fin, vaya frase, iremos por partes. Los peces cíclidos habitan los lagos del centro de África y son un extraordinario experimento de la evolución; tienen un origen común, pero en los lagos, en los que han permanecido aislados durante mucho tiempo, han pasado por una gran explosión de especies, a menudo con pequeñas poblaciones, pero ocupando todos los nichos posibles (por cierto, con los cíclidos está acabando la perca del Nilo, introducida en los lagos para desarrollar una pesquería industrial pero, como daño colateral que se dice ahora, está provocando una catástrofe ecológica; esta perca es lo que aquí se vende con ese nombre y también como mero, y como deberes ineludibles para los lectores, vean, sin dudarlo, el documental La pesadilla de Darwin, les aclarará muchas cosas).

Bueno, cerremos paréntesis y volvamos a lo nuestro. Según John Fitzpatrick y su grupo, de la Universidad de Australia Occidental en Crawley, la velocidad del esperma en cada especie tiene que ver, según su hipótesis, con el modo de reproducción de cada de ellas. Capturan, por buceo, machos de 29 especies de la costa sur del lago Tanganyka y miden la velocidad de sus espermatozoides. A la vez, realizan una búsqueda en la bibliografía y agrupan esas 29 especies, según su conducta reproductora, en cuatro grupos: en el primero están las especies monógamas, que cuidan las crías los dos sexos y que la fertilización, es decir, la unión de óvulo y espermatozoide tiene lugar en la boca de la hembra (la hembra pone los óvulos, los recoge en la boca y allí el macho introduce posteriormente los espermatozoides); en el segundo grupo, son monógamos, cuidan las crías los dos sexos y la fertilización tiene lugar en el sustrato (es el sistema habitual en peces: la hembra coloca los óvulos en el fondo y el macho deposita los espermatozoides sobre los óvulos); en el tercer grupo están las especies polígamas, en las que sólo la hembra cuida la progenie y la fertilización se hace en el sustrato; y, finalmente, en el cuarto grupo están las especies polígamas, en las que la hembra recibe a sucesivos machos con intervalos de minutos, con fertilización en el sustrato o en la boca, y sólo las hembras cuidan las crías.

Está claro que los autores han distribuido las especies en grupos que implican una cada vez mayor competencia entre los machos para conseguir que sean sus espermatozoides los que fertilicen los óvulos de las hembras. En una palabra, velocidad. Cuanto más rápidos sean más probable es que alcancen los primeros la puesta de las hembras )¿Recuerdan el principio de la película Mira quien habla?; pues eso). Una vez establecidos los grupos, y con la estadística apropiada, demuestran que los espermatozoides más rápidos son los del cuarto grupo, tal como habían planteado en la hipótesis.

Para terminar, dos cosas. En primer lugar, el título original del artículo no hace mención a lo salidos que están los machos de ese grupo cuatro sino que habla, como fuerza evolutiva, de la “promiscuidad” de las hembras. Curioso. Y en la especie humana, que no tiene ninguna relación con estos peces, la velocidad de los espermatozoides anda por los 0,2 metros por hora, más o menos.

*Fitzpatrick, J.L., R. Montgomerie, J.K. Desjardins, K.A. Stiver, N. Kolm & S. Balshine. 2009. Female promiscuity promotes the evolution of faster sperm in cichlid fishes. Proceedings of the National Academy of Sciences USA 106: 1128-1132.

*Nascimento, J.M., L.Z. Shi, S. Meyers, P. Gagneux, N.M. Loskutoff, E.L. Botvinick & M.W. Berns. 2008. The use of optical tweezers to study sperm competition and motility in primates. Journal of the Royal Society Interface 5: 297-302.