De siempre se ha dicho que, con pescado, vino blanco y con carne, vino tinto, pero poco se sabe del por qué, excepto que, a menudo, beber vino tinto después de haber comido pescado deja un desagradable sabor en la boca. Takayuki Tamura y su grupo, de la Corporación Mercian de Kanagawa, en el Japón, también se han planteado la misma cuestión y, como son químicos, pues lo han intentado resolver con un enfoque diferente al del sumiller. Primero, han pasado por el hiper y han comprado 38 vinos tintos, jóvenes y crianza, de 11 países (entre ellos, España), 26 vinos blancos secos y semisecos de 9 países (España otra vez), 2 vinos de jerez, un oporto, un madeira, y un vino dulce con Botrytus. Como alimento marino han tomado venera o concha de peregrino (Patinopecten yessoensis), comprada sin concha en el comercio. Siete personas del laboratorio sirven de probadores y puntúan el sabor que queda después de probar los vinos con las veneras. A la vez, se hacen exhaustivos análisis químicos de los vinos.