El material para esta investigación ya lo adelantó Nature, con su habitual perspicacia, hace ya muchos años, publicando, en la parte baja de una página y sin firma, tres fotografías del contenido del ombligo de un marinero (mientras está en el mar, precisa el autor), un granjero y un arquitecto. El anónimo, y quizá avergonzado pero seguro que prestigioso (tiene que ser así para que Nature le publique estas cosas) autor, ni siquiera nos indica los aumentos de las imágenes. La borra extraída del ombligo de estos sujetos así, a primera vista, está compuesta de pelusas varias y unos hilos más o menos enredados. El del arquitecto da la impresión de estar más unido; quizá sea cuestión de oficio.
Años más tarde, es decir, ahora mismo, en 2009, Georg Steinhauser, del Instituto Atómico de la Universidad de Austria en Viena, dedica un nuevo artículo a descifrar que es la borra que se acumula en el ombligo. El autor, desde 2005, ha acumulado 503 muestras de pelusa del ombligo, con un peso total de cerca de un gramo. Según el autor, es el pelo abdominal el responsable de esta acumulación de porquería aunque, y es curioso, también sugiere para la pelusa una cierta función de limpieza del ombligo. Y demuestra que, una vez afeitado el ombligo, la acumulación cesa; además, este hecho convierte al fenómeno acumulativo en una exclusividad del macho de la especie, según Steinhauser (excepto metrosexuales, creo que debo precisar).
La muestra más pesada llegaba a los 1,82 miligramos, hilos incluidos; sin hilos, se queda entre 1,20 y 1,29 miligramos. Son las ropas de algodón las causantes de la acumulación, sobre todo las camisas y camisetas nuevas; las más usadas producen mucha menos borra. Fíjense que sumando pérdidas de algodón que van a parar al ombligo, Stenhauser calcula que una camiseta puede perder 182 miligramos por año (algo así como el 0,1% de su peso). También contiene otras materias extrañas, seguramente escamas de la piel, grasa y proteínas de otros orígenes que, es posible, tengan que ver con la labor de limpieza del ombligo que antes he mencionado.
*Anónimo. 1997. Another matter: Navel fluff. Nature 389: 668.
*Steinhauser, G. 2009. The nature of navel fluff. Medical Hypotheses 72: 623-625.