Quién lo iba a decir, pero resulta que, cuando los científicos nos ponemos a ello y hablamos en serio, historias de terror aparte contadas entre colegas a la hora del café, hasta nos llevamos bien con los periodistas. Así nos lo cuentan Hans Peter Peters y su grupo, del Centro de Investigación de Jülich, en Alemania. Para llegar a este resultado tan satisfactorio, Peters y sus colegas han enviado encuestas por correo a 1354 investigadores de perfil alto, que trabajan en epidemiología y en células madre en los cinco países que, en los años 2005 y 2006, cuando se llevó a cabo la investigación, eran los primeros del mundo en esas líneas de investigación: Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido y Francia.
En los resultados se revela que el 57% de los investigadores está, en general, satisfecho de su relación con los periodistas y que sólo el 6% está insatisfecho. Curiosamente y a pesar de las apariencias, la relación con los medios no es una actividad centrada en unas pocas estrellas científico-mediáticas sino que está bien enraizada en la comunidad investigadora. Cerca de dos tercios de los investigadores consultados han sido entrevistados por periodistas al menos una vez en los últimos tres años. Y, además, el 46% de los científicos considera que su trato con los periodistas es beneficioso para su carrera (sólo el 3% considera que es negativo).
Según los científicos, el trato con los medios permite que el público conozca mejor los beneficios de la ciencia y, para el 93% de ellos, este fue el principal incentivo para tratar con los periodistas. Sin embargo, nueve de cada diez recuerdan el temor que sintieron en las entrevistas a ser mal entendidos o a que sus palabras fueran citadas fuera de contexto; ocho de cada diez temen la “impredecibilidad de los periodistas”. En consecuencia, cuando los científicos juzgan, en general, la calidad de las noticias científicas en los medios, se quedan en un punto medio en el que ni sí ni no es de calidad el trabajo de los periodistas.
Todavía queda por superar un último obstáculo, quizá el más difícil: llegar a la comprensión y confianza entre ambos grupos de profesionales, científicos y periodistas, cuando, en realidad, de lo que estamos tratando es de que provienen de culturas profesionales diferentes. Sólo el contacto y el roce frecuente suavizan las aristas que provoca el desconocimiento mutuo; poco a poco llegaremos a confiar los unos en los otros. Yo soy científico y les puedo asegurar que los periodistas no se meriendan un par de científicos cada día; o eso creo. Intentan hacer su trabajo y, a menudo, nuestro susceptible comportamiento y nuestro exótico lenguaje se lo impide. Pero, como declaran los autores al final de su texto, la necesidad de que funcione eficazmente la comunicación entre el público y los científicos debe ser un fenómeno global en las sociedades democráticas del conocimiento.
*Peters, H.P., D. Brossard, S. de Cheveigné, S. Dunwoody, M. Kallfass, S. Miller & S. Tsuchida. 2008. Interactions with the mass media. Science 321: 204-205.