Ya se sabe; cualquiera que se haya fijado habrá notado como los adolescentes, a menudo, parecen buhos despistados, con los ojos cargados de sueño, y una mala leche que asusta. Se quejan de que no les dejan dormir; van tarde a la cama y quieren levantarse más tarde, pero los horarios escolares no se lo permiten. Resultado: sueño y mal rollo. Y resulta que tienen razón; hay que dejarles dormir más por la mañana. O eso es lo que aseguran Suzanne Warner y sus colegas, de la Universidad Tecnológica Swinburne, en Australia.
Los autores han investigado los patrones de sueño de 380 adolescentes, entre 15 y 18 años y de tres escuelas diferentes (el 64% son chicas y el 36%, chicos), y los han relacionado con la calidad del sueño, el ánimo, el funcionamiento durante el día, las notas y sus preferencias circadianas (es decir, sus horarios preferidos durante el día). También han comparado el horario nocturno de los jóvenes durante las vacaciones con el del curso escolar.
La primera conclusión es que duermen poco y, en consecuencia, están de mal ánimo y funcionan mal durante el día. Vamos, que están a medio gas. Incluso en algunos de ellos, los más necesitados de dormir por la mañana, obtienen peores calificaciones pues son los más vulnerables al horario madrugador. Los adolescentes, según su reloj interno, necesitarían más vida nocturna, ir más tardea a la cama y dormir por lo menos nueve horas pero, como decía antes, su horario escolar les hace perder hasta dos horas y media de sueño cada día. Así, en vacaciones funcionan mejor: duermen más de nueve horas al día, pero en cuanto empieza el colegio bajan a menos de ocho horas. Parecidos resultados se han obtenido en estudios con adolescentes en Polonia, Francia y Estados Unidos.
*Warner, S., G. Murray & D. Meyer. 2008. Holiday and school-term patterns of Australian adolescents. Journal of Adolescence 31: 595-608.