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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Abejas

En los últimos años, las abejas mueren o desaparecen. Los medios informan con frecuencia de muertes de abejas en las colonias de los Estados Unidos, Europa y algunos países de Asia. Se informa del hecho, hay muchas opiniones y, la verdad, escasa ciencia. Francis Ratnieks y Norman Carreck, de la Universidad de Sussex en Brighton, en Inglaterra, nos pueden ayudar a entender qué está ocurriendo. Por ejemplo, señalan que la muerte de abejas no es un hecho extraordinario sino que se ha producido varias veces desde hace siglos y en muchos lugares. En los casos más recientes, y al ocurrir en Estados Unidos, su difusión ha sido ha sido magnificada por su importante papel en la polinización de plantas agrícolas. Entonces, ¿qué está matando a las colonias de abejas de miel en la actualidad y en todo el mundo, y cuáles son las implicaciones para la agricultura?

En el otoño de 2006 y la primavera de 2007, muchos apicultores de Estados Unidos encontraron sus colmenas sin abejas adultas, sólo con el alimento almacenado y las larvas abandonadas. Parecía que eran los síntomas de un agente patógeno nuevo y muy virulento. Se le llamó el Síndrome del Colapso de la Colmena (CCD, del inglés Colony Collapse Disorder). ¿Qué sabemos del CCD? ¿Son los síntomas realmente nuevos?

La existencia del CCD ha provocado un aluvión de explicaciones, que van desde las radiaciones de los teléfonos móviles hasta los cultivos modificados genéticamente, causas ambas descartadas por los científicos, además de plagas y enfermedades, factores ambientales y económicos, y plaguicidas. Hace unos meses, Peter Neumann y, de nuevo, Norman Carreck, del Centro Suizo de Investigación en Apicultura, han revisado las pérdidas de abejas en 16 países de América del Norte, Europa y Asia, y, a pesar de que muchas de las explicaciones que se dan en los artículos originales son aún discutibles, el consenso parece centrarse en plagas y agentes patógenos como causantes de la mortandad. También la Comisión Europea ha decidido intervenir en este asunto y la Dirección General de Sanidad y de los Consumidores presentará este mes de enero al Consejo de Ministros de Agricultura un documento que señala los mismos sospechosos y, también, la falta de estudios detallados y precisos.

También hay cada vez más pruebas de que la capacidad de un patógeno en particular para matar a las colonias puede depender de otros factores, quizá de otros patógenos o de otras causas. Por ejemplo, el ácaro Varroa destructor, procedente de Asia y ahora presente en todas las regiones apícolas del mundo con excepción de Australia. No es que el ácaro cause la muerte de abejas, pero parece que transporta una serie de virus que podían ser patógenos. La incidencia y la abundancia de las infecciones por virus en las abejas se han incrementado desde que se extendió el ácaro.

Desde 2007, algunos estudios han encontrado una cierta relación entre el CCD y la aparición en obreras de colmenas con la enfermedad del llamado virus de la parálisis aguda de Israel, hasta entonces un virus difícil de encontrar en las colmenas. Un caso similar ha ocurrido con otro virus, el virus de Cachemira. Los autores no afirman una relación causa-efecto entre estos virus y el CCD, pero se sabe que, asociados al ácaro Varroa, pueden matar a las colonias. Como ven, estos virus, como antes el ácaro, pueden acabar con las colmenas, pero no con la virulencia del CCD, no hacen desaparecer a las abejas. Pero, por otra parte, también pueden atacar a la vez.

Otro agente patógeno que puede matar a las colonias es el hongo microscópico Nosema ceranae, también de procedencia asiática. Afecta a las abejas adultas y se encontró recientemente en el colapso de colonias en España, según cuentan Mariano Higes y sus colegas del Centro Apícola Regional de Marchamalo, en Guadalajara. El hongo actuaría con la mayor virulencia según las condiciones del entorno y una colmena debilitada por falta de alimento sería la víctima ideal. De nuevo un agente patógeno, el hongo Nosema ceranae, pero que para actuar con la fuerza del CCD necesita colaboración, quizá en este caso de un mal año.

Uno de los mayores peligros para las abejas es ser aniquiladas por insecticidas que, en realidad, buscan acabar con cualquier otro insecto y se usan sin tomar las debidas precauciones. Por ello, los insecticidas llamados neonicotinoides, con una formulación parecida a la nicotina, han sido acusados del CCD. Los últimos trabajos sobre estos insecticidas no aclaran mucho. El grupo de Mariano Higes, que acabo de citar, ha buscado neonicotinoides en el polen almacenado en las colmenas y no lo han encontrado; es más, aparecen otros insecticidas pero estos en concreto no están. En una revisión de trabajos publicados, James Cresswell, de la Universidad de Exeter, también concluye que los trabajos que demuestran, en el laboratorio, toxicidad de estos insecticidas para las abejas, no sirven para ser extrapolados al campo. Sin embargo, y volviendo a las alianzas entre posibles culpables, el grupo de Cédric Alaux, del Agroparc de Avignon, en Francia, han encontrado que la asociación del insecticida con el microhongo Nosema debilita la colonia, mata abejas y provoca estrés fisiológico en el resto. Otra vez la misma asociación: el insecticida sólo no es suficiente pero quizá lo sea con el hongo que, antes, tampoco era suficiente, pero con cambios en el entorno quizá sí, y más arriba todavía estaba el ácaro quizá unido a los virus.

Todo lo dicho sugiere que el CCD es poco probable que tenga un solo culpable. Por el contrario, puede ser causado por muchos agentes en combinación: la interacción entre las plagas y patógenos más las malas condiciones que disminuyen la alimentación, la falta de alimento, y factores de manejo tales como el uso de plaguicidas y el estrés causado por diferentes causas. Repasemos los sospechosos: el ácaro Varroa, los virus de Israel y Cachemira, el hongo Nosema, los insecticidas neonicotinoides, los cambios en el entorno, el estrés, y todos ellos, o en grupos, o de dos en dos, o en cualquier combinación posible. Mientras tanto, las abejas desaparecen, quizá no a tanta velocidad como hace unos años, pero el CCD sigue atacando. La investigación sigue siendo necesaria y determinar lo que está matando a las colonias en el CCD ayudará a los apicultores a mantener colonias sanas.

*Alaux, C. y 9 colaboradores. 2010. Interactions between Nosema microspores and a neonicotinoid weaken honeybees (Apis mellifera). Environmental Microbiology 12: 774-782.

*Bernal, J. y 8 colaboradores. 2010. Overview of pesticide residues in stored pollen and their potencial effect on bee colony (Apis mellifera) losses in Spain. Journal of Economic Entomology 103: 1964-1971.

*Cresswell, J.E. 2011. A meta-analysis of experiments testing the effects of a neonicotinoid insecticide (imidacloprid) on honey bees. Ecotoxicology 20: 149-157.

*Dirección General de Sanidad y de los Cosumidores. 2010. La salud de las abejas melíferas. Comisión Europea. Bruselas. 13 pp.

*Higes, M. 2008. How natural infection by Nossema ceranae causes honeybee colony collapse. Environmental Microbiology 10: 2659-2669.

*Neumann, P. & N.L. Carreck. 2010. Honey bee colony losses. Journal of Apicultural Research 49: 1-6.

*Ratnieks, F.L.W. & N.L. Carreck. 2010. Clarity in honey bee collapse? Science 327: 152-153.

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