La moral y los juicios que en ella basamos, ¿de dónde provienen? ¿de la razón o de la intuición? ¿influye nuestro entorno o las sensaciones de nuestro propio cuerpo en los juicios morales que hacemos sobre el comportamiento nuestro o ajeno? Simone Schnall y sus colaboradores, de la Universidad de Plymouth, plantearon varios experimentos para aclarar estas preguntas que, a veces, nos hacemos sobre nuestro manera de juzgar los hechos. En los experimentos, con 127 participantes, indujeron un ambiente repugnante por medio de olor asqueroso (un spray que reproduce una flatulencia y se vende en los comercios), un entorno poco confortable (por la visión de cómics con sucesos desagradables: pedofilia, canibalismo,…), recordar una experiencia física poco agradable (los mismos participantes la narran) o por la visión de un video (dos videos, uno repugnante y el otro más bien triste). A los participantes se les pide que enjuicien cuatro viñetas que representan el matrimonio entre primos, el sexo entre primos, ir al trabajo en coche en vez de andando, y el permiso para emitir una película con un argumento moralmente muy discutible.
Aunque la repugnancia es un sentimiento que, evolutivamente, aparece como un mecanismo para no comer determinadas sustancias que pueden ser peligrosas o para expulsarlas si se ingieren, en la especie humana su rango se ha ampliado hasta intervenir en el rechazo social (tortura, canibalismo, mentira, hipocresia,…).
En cada uno de los experimentos, el ambiente repugnante puede aumentar la severidad de los juicios morales. Quizá en el cuarto experimento influye más el video triste que el repugnante. Pero, en general, nuestras propias sensaciones influyen en nuestros juicios y, si no son confortables, estos serán más severos. Y esto debemos tenerlo en cuenta cuando juzgamos a los demás; primero debemos analizar nuestro estado de ánimo y, después, atrevernos a juzgar a los demás.
En un artículo que completa esta investigación, Simone Schnall y su grupo demuestran que la limpieza también cambia nuestros juicios morales: a más sucios, más severos somos. Para ello plantea dos experimentos con 40 estudiantes: en el primero rellenan un cuestionario lleno de alusiones a la limpieza como puro, prístino, lavado, etc., y en el segundo se les proyecta un fragmento de la película Trainspotting que previamente se ha demostrado que produce repugnancia, y después, a los dos grupos, se les induce a lavarse las manos. A continuación, ambos grupos puntuan con su juicio moral seis viñetas con diversas acciones. En ambos experimentos, los sujetos que se lavan las manos son menos severos en sus juicios. Quizá asociamos la justicia a la pureza y la puerza a la limpieza; esta es, por lo menos, la conclusión de los autores.
Como colofón, hay que mencionar el trabajo que Val Curtis, directora del Centro de Higiene de la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, está llevando a cabo en estos momentos y que, en sus resultados preliminares, encuentra que los ingleses del norte tienen las manos sucias tres veces más que los del sur. Curtis analiza la cantidad de bacterias fecales en las manos de los ingleses. Por ejemplo, en Londres, que tiene la mejor marca, sólo el 6% tiene las manos sucias; en cambio, los visitantes de Londres tienen bacterias de las heces uno de cada cuatro.
En resumen, y si unimos los trabajos de Simone Schnall y de Val Curtis, los ingleses del norte son tres veces más injustos que los del sur. Es evidente que lo de tener las “manos sucias” no es sólo una imagen poética.
*Curtis, V. 2008. London School of Hygiene & Tropical Medicine. “English Northerners’ Hands Up To 3 Times Dirtier Than Those Living In England’s South.” ScienceDaily 15 October 2008. 11 December 2008 http://www.sciencedaily.com/releases/2008/10/081014204440.htm
*Schnall, S., J. Benton & S. Harvey. 2008. With a clean conscience. Cleanliness reduces the severity of moral judgments. Psychological Science 19: 1219-1222.
*Schnall, S., J. Haidt, G.L. Clore & A.H. Jordan. 2008. Disgust as embodied moral judgment. Personality and Social Psychology Bulletin 34: 1096-1109.