Midieron la concentración de testosterona en la saliva de 98 hombres, entre 18 y 23 años, que recibían 250 dólares para invertir. Podían arriesgar entre 0 y 250 dólares, y el resto se lo quedaban. Por medio de un sorteo, cada participante podía perder todo su dinero o recibir dos veces y media su inversión inicial. Al final del experimento, un nuevo sorteo permitía a uno solo de los participantes quedarse con todo el dinero que había ganado con su inversión.
Los autores encontraron que existía una relación directa entre testosterona y los riesgos adoptados en la inversión y, así, los que tienen más hormona en la saliva invierten hasta un 12% más que aquellos cuya concentración hormonal se acerca a la media. Los autores van a investigar a continuación si las ganancias y las pérdidas en la inversión influyen, a su vez, en los niveles de testosterona, y si cambian esos niveles, quizá se pueda demostrar que influyen en las nuevas inversiones.
En resumen, ¿la crisis económica actual, basada sobre todo en el fallo de las inversiones financieras, puede deberse a los niveles altos de testosterona en los inversores? ¿no existe ninguna manera civilizada de bajar esas concentraciones?
*Apicella, C.L., A. Dreber, B. Campbell, P.B. Gray, M. Hoffman & A.C. Little. 2008. Testosterone and financial risk preferences. Evolution and Human Behavior online