Entre 1996 y 2006, la concentración de HBCDD (Hexabromociclododecano), un compuesto utilizado para retardar el fuego en incendios, se ha doblado cada dos años en los leones marinos de la costa cerca de San Francisco, en California. En la costa oriental del Japón, los mejillones tienen hasta cuatro veces la concentración anterior al accidente nuclear de Fukushima de cesio-137. La concentración de mercurio en el músculo de la brema (Abramis brama), pez de agua dulce de los ríos del centro y norte de Europa, en el río Mulde, en Alemania, se ha reducido cuatro veces entre 1993 y 2009. Por el contrario, no se han podido estudiar con precisión los efectos del chapapote del Prestige sobre los mejillones de las costas afectadas, desde Portugal a Francia, porque los datos anteriores al accidente con los que comparar eran muy escasos. O, en Estados Unidos, ha sido imposible demostrar algunos de los efectos del fracking sobre la contaminación del agua de los acuíferos o sobre el aumento del número de terremotos, porque tampoco había datos anteriores para comparar.
Estos ejemplos, y otros muchos, nos demuestran que, a veces, hay datos anteriores de lo que estamos estudiando y podemos comparar y, en otros caso, no ocurre así y los estudios quedan incompletos. Demuestran el valor de la recogida y archivo de muestras para su estudio futuro en lo que se llama BioBanking o bancos de especímenes. Hay archivos de este estilo, desde antiguo, en centros como los hospitales lo que permite mejores diagnósticos por comparación. O los archivos de datos y muestras sobre agua potable en fuentes, ríos y pantanos que permite detectar y controlar la contaminación y los posibles riesgos para la salud pública. Algo parecido ocurre con las muestras tomadas en las playas en relación con la salud pública. Sin embargo, los bancos de especímenes, es decir, incluyendo muestras biológicas, son todavía escasos en relación con el medio ambiente.
Como nos cuentan Laurent Basilico y Olivier Perceval, del ONEMA de Vincennes, en Francia, en nuestro entorno, en Europa, no hay muchos bancos de especímenes con muestras biológicas. Los autores presentan una lista con 15 biobancos en 10 países europeos, y entre ellos aparece el que se ha puesto en marcha en 2007 en Plentzia, en la Estación Marina/PIE (Plentziako Itsas Estazioa). Allí se recogen y almacenan ostras, mejillones, lombrices y otras especies.
Este biobanco pretende recoger muestras que serán utilizadas en el futuro para analizar tendencias de exposición de la fauna a compuestos no catalogados como contaminantes o para aquellos cuya concentración sea tan baja que no se detecte en los análisis químicos y, así, con comparaciones a largo plazo se puedan encontrar sus efectos. Y todo ello con muestras recogidas, archivadas, preparadas y almacenadas con las mejores y más adecuadas técnicas.
Todo ello se detalla en un artículo publicado recientemente y liderado desde el PIE por Larraitz Garmendia. Explican que, además de las muestras para análisis químicos, hay que obtener especímenes que permitan medir parámetros biológicos y, así, poder detectar tendencias que afecten a la salud de los ecosistemas.
*Basilico, L. & O. Perceval. 2015. A national specimen bank for continental aquatic environments? ONEMA Meetings 29: 1-6.
*Garmendia, L. y 4 colaboradores. 2014. Combining chemical and biological endpoints, a major challenge for twenty-first century’s environmental specimen banks. Environmental Science and Pollution Research DOI: 10.1007/s11356-014-2925-5