Hablar en público es, a menudo, un asunto que da miedo y provoca ataques de ansiedad que, a su vez, influyen en el tono de voz y en el uso del lenguaje que, en otra vuelta de tuerca, si no sale bien llevan a más estrés. Así, el grupo de Tony Buchanan, de la Universidad de Saint Louis, en Missouri, ha estudiado la relación entre el estrés de hablar en público y sus efectos en la expresión oral y, en concreto, en el número de palabras utilizadas y en la fluidez del lenguaje.
Participan 91 voluntarios, con 51 mujeres, de 18 a 25 años y una edad media de 19.7 años. Se mide su frecuencia cardíaca y se toman muestras de saliva para determinar la concentración de cortisol, la conocida hormona que revela el estrés. El ensayo para hablar en público consiste en preparar, durante cinco minutos, una defensa ante la acusación de haber robado en una tienda, y exponer esa defensa en una habitación, ante uno de los investigadores y, también, durante cinco minutos. Después, para que no decaiga el estrés y se le mida la frecuencia cardíaca y se toma la muestra de saliva, se le pide que reste mentalmente 13 de 1022. Los voluntarios que hacen de controles siguen el mismo procedimiento aunque exponen su defensa ante una cámara de video, sin otras personas en la habitación, y el ejercicio aritmético posterior es muy fácil. Además, cuantifican, en el lenguaje utilizado, el número de palabras por minuto, el número de pausas y la duración de las pausas.
Los niveles de cortisol y la frecuencia cardíaca suben durante la prueba y se mantienen por los menos hasta diez minutos después. Con el placebo, ambos parámetros se mantienen o bajan. Por tanto, hablar en público provoca estrés fisiológico.
El análisis del lenguaje utilizado indica que el número de palabras por minuto baja minuto a minuto durante los cinco que dura la exposición, y lo hace por igual con espectadores que sin ellos. Son unas 155 palabras por minuto en el primer minuto y unas 130 en el quinto minuto. Por el contrario, las pausas en la fluidez del discurso aumentan del primero al quinto minuto, pero son más y duran más tiempo en la prueba con espectadores que en el control. Pasan de unos seis segundos en el primer minuto a unos 14 segundos en la prueba y unos 12 segundos en el control.
En resumen, hablar en público consigue que, con el mismo número de palabras, se hable más lento porque nos paramos más a menudo y las pausas duran más. Y, por supuesto, estamos estresados con una frecuencia cardíaca alta y cortisol en la saliva, o sea, en sangre.
*Buchanan, T.W., J.S. Laures-Gore & M.C. Duff. 2014. Acute stress reduces speech fluency. Biological Psychology 97: 60-66.