Llegan las elecciones y quizá sea el momento de actualizar algunos de los conocimientos que tenemos sobre cómo, por qué y a quién votamos. Solamente serán unos comentarios breves a un par de estudios publicados recientemente. Es evidente que las actitudes en política se ven afectadas por las emociones. Sin embargo, Jonathan Renshon y sus colegas, de la Universidad de Wisconsin en Madison, nos avisan de que esa relación político-emocional se ha estudiado en relación con grandes sucesos como terrorismo o delincuencia organizada. El grupo se propone investigar si esta relación se da también con emociones que se pueden considerar incidentales o irrelevantes para el proceso de decidir a quién o a qué votamos.
Participan 138 jóvenes, todos hombres pues conocido que las mujeres responden a las provocaciones emocionales de manera diferente y la investigación en relación con la política se deja para más adelante. La edad media de los voluntarios es de 22.8 años.
Los investigadores van a provocar en los voluntarios estados emocionales diferentes por medio de videos. En primer lugar, responden a dos cuestionarios sobre sus datos personales y opiniones políticas e ideológicas y, después, se les conectan en la piel medidores de conductividad para medir su respuesta fisiológica a las emociones provocadas. Ven un video de unos tres minutos de duración con playas y palmeras, relajante y tranquilizador, y así consiguen lo que se puede considerar las respuesta fisiológica básica a través de la conductividad de la piel. Después son separados en tres grupos que verán videos, también con una duración de unos tres minutos, que crean emociones diferentes. Uno es relajante, con un chakra, música suave y figuras abstractas coloreadas; el segundo video es neutro, sin sonido, con un salvapantallas inmóvil con formas abstractas; y, finalmente, el tercer grupo de voluntarios ve un video angustioso. Es una escena de la película ”Máximo riesgo” (Renny Harlin, 1993), cuyo protagonista es Sylvester Stallone como guía de montaña que, en esta escena en concreto, intenta salvar a una joven de caer a un abismo aterrador. Al terminar la proyección, cada voluntario responde a un cuestionario sobre la inmigración ilegal.
En primer lugar, cada video provoca una respuesta fisiológica diferente en la conductividad de la piel. Es el video angustioso, con Sylvester Stallone, el que da la respuesta fisiológica más alta, lo que se considera que revela la ansiedad provocada en el voluntario. Cuando se relacionan las cifras de conductividad con las respuestas al cuestionario final sobre inmigración se constata que a más respuestas, es decir, a más ansiedad más preferencias anti-inmigración, con resultados hasta cuatro veces mayores. Por tanto, con el video de Sylvester Stallone se consigue que cuatro veces más voluntarios estén en contra de la inmigración ilegal.
En resumen, un video desagradable provoca una respuesta fisiológica indicadora de ansiedad y, esta ansiedad, como emoción, provoca cambios en las opiniones políticas, en este caso sobre la inmigración.
Pero quizá se puede llegar a respuestas parecidas a partir de cambios fisiológicos, o emociones, provocados por otras causas. Ya que, en el trabajo de Renshom, hemos tratado solo con hombres, ahora vamos a repasar un trabajo solo con mujeres. Es la investigación de Kristina Durante y su grupo, de la Universidad de Texas en San Antonio, sobre la relación entre el ciclo menstrual y la elección del Presidente de los Estados Unidos.
Participan 502 mujeres, con una edad media de 27.3 años y rango de 18 a 42 años. Declaran que tienen un ciclo menstrual regular que dura de 25 a 35 días y que no toman la píldora. El 54.6% no tienen pareja estable y el 45.4%, por tanto, se consideran con pareja. En la encuesta inicial, además de sus datos personales, sociales y laborales, indican la fecha en que comienza su ciclo menstrual y la fecha en que esperan comience el siguiente ciclo. Con estos datos, los autores forman dos grupos, uno con 131 voluntarias, de gran fertilidad, para los días 7 al 14 del ciclo, y otro, con 172 mujeres, de fertilidad baja, para los días del 17 al 25. Después, deben declarar a quien votarían en las elecciones presidenciales de 2012, al republicano Mitt Romney o al demócrata Barack Obama.
Pues bien, en general, las que no tienen pareja votan más a Obama, con el 79.3%, que las mujeres con pareja, con el 64.4%. Sin embargo, si se miran por separado los grupos de fertilidad alta o baja, es decir, según la fase del ciclo menstrual, las mujeres, tengan o no pareja, en la fase de baja fertilidad, votan parecido a Obama, con porcentajes cerca del 75% y, sin embargo, con fertilidad alta, las solteras votan a Obama en un 87% y las que tienen pareja se quedan en el 60%. Por tanto, ovulando, las solteras votan más a Obama.
O, dicho de otra manera, durante la fase fértil del ciclo menstrual, las mujeres con pareja son más conservadoras y, por el contrario, las mujeres sin pareja son más liberales.
Es evidente que un estudio como el de Kristina Durante está inevitablemente destinado a la polémica. Unas semanas después de su publicación, Christine Harris y Laura Mickes, de la Universidad de California en Sandiego y del Royal Holloway de Londres respectivamente, respondieron negando las conclusiones de Durante desde el mismo título de su réplica: “Las mujeres pueden mantener el voto: no hay evidencias de que los cambios hormonales durante le ciclo menstrual influyan en las creencias políticas”.
Harris y Mickes repiten el experimento de Durante con una muestra mayor, con 1206 voluntarias y sin dividirlas en dos grupos de alta y baja fertilidad. Los resultados no se parecen a los publicados por Durante y todas votan parecido sin fluir el ciclo. Por tanto, para Harris y Mickes, como decía el título de su trabajo, el ciclo menstrual no influye en la elección de a quién votar en las elecciones presidenciales.
En su respuesta, Kristina Durante repite su experimento con una nueva muestra y sin separar en grupos de alta y baja fertilidad, y los resultados son como los obtenidos por Harris y Mickes. Es decir, si no se separan los grupos de diferente fertilidad y el ciclo es continuo, no hay cambios en la elección del candidato presidencial y todas las voluntarias, solteras o con pareja, votan parecido. En cambio, si el ciclo no es continuo y se separan los grupos de diferente fertilidad, las más fértiles, si son solteras, son progresistas, y si tienen pareja, son conservadores.
*Durante, K.M., A. Rae & V. Griskevicius. 2013. The fluctuating female vote: Politics, religion, and the ovulatory cycle. Psychological Science doi: 10.1177/09567976612466416
*Durante, K.M., A. Rae & V. Griskevicius. 2014. Fertility can have different effects on single and non-single. Reply to Harris and Mickes (2014). Psychological Science doi: 10.1177/0956797614524422
*Harris, C.R. & L. Mickes. 2014. Women can keep the vote: No evidence that hormonal changes during the menstrual cycle impact political and religious beliefs. Psychological Science doi: 10.1177/0956797613520236
*Renshon, J., J.J. Lee & D. Tingley. 2014. Physiological arousal and political beliefs. Political Psychology doi: 10.1111/pops.12173