Así de primeras, seguro que no hay muchos que piensen que nuestras hormonas afectan a los mercados financieros. La crisis que vivimos tiene mucho que ver con el comportamiento de los brókers y los gurús de los mercados y, hay que aceptarlo, la conducta y las hormonas están estrechamente relacionadas. Nuestro mundo ha cambiado, o así lo parece en la sociedad en que vivimos, y las emociones hormonales que sentíamos hace miles de años ante, por ejemplo, el ataque de un dientes de sable se repite ahora por las fluctuaciones erráticas e imprevisibles de los valores que cotizan en los mercados. Y las hormonas, ante una emoción semejante, responden igual que ante el dientes de sable. Lleva unos años estudiando esta relación John Coates, de la Universidad de Cambridge.
Hace un tiempo encontró que el nivel de testosterona por la mañana predecía si el día sería provechoso para el bróker. Siguió a 17 de ellos, que manejaban entre 100000 y 500000000 de libras, durante ocho días consecutivos, y les tomaba dos muestras de saliva cada día, a las 11.00 y las 14.00 horas, es decir, antes y después de la jornada laboral. Tienen entre 18 y 38 años y una edad media de 27.6 años. Además, al acabar el trabajo se anota su índice de ganancias y pérdidas que calcula de manera automática su sistema informático.
Pues bien, los brókers tienen más testosterona, tanto a la mañana como a la tarde, los días en que ganan más que su media del mes anterior y, por el contrario, menos testosterona si sus ganancias son menores que su media del mes anterior. Según Coates, cuando el mercado está difícil, la testosterona empuja a tomar riesgos que, al acabar el día, son ganancias. Es, para Coates, necesaria la testosterona para que el bróker sea valiente.
El grupo de Coates acaba de publicar un trabajo parecido al anterior que trata del cortisol, nuestra hormona del estrés. Dice, de nuevo, que el riesgo es inherente a las actividades de nuestra especie y, en concreto, en la economía y las finanzas. Es más, hay estudios económicos que tratan del riesgo en las finanzas y lo consideran un rasgo estable de la personalidad y la conducta de los bróker. Sin embargo, como dice Coates, la toma de riesgos fluctúa y, a veces, se toman y, en otras ocasiones, se evitan, tal como nos enseña la experiencia de la conducta humana. Propone que el cortisol, la hormona del estrés, aumenta con el mercado volátil y que, quizá, este cambio hormonal afecta a la toma de riesgos de los bróker.
Trabajan con 36 voluntarios, de ellos 16 mujeres, y con edades de 20 a 36 años. Durante ocho días les inyectan hidrocortisona, la forma comercial del cortisol, hasta que, en el último día, el cortisol en saliva ha subido un 69%, porcentaje muy parecido al 68% que es el que se encuentra en los bróker en días de tensión y estrés.
Para detectar los cambios en la toma de riesgos, los voluntarios, día a día, juegan en el ordenador a una lotería que ofrece dos posibilidades, una con dos premios grandes y otra dividiendo la cantidad a ganar en tres premios. Está claro que es más fácil que toque algo en la lotería con tres premios que en la de dos, aunque la cantidad sea menor. Por tanto, elegir la de tres premios supone menos riesgo de no ganar que elegir la de dos premios, aunque en esta se gana más.
Los resultados dicen que a más cortisol en la saliva, es decir, según van pasando los ocho días de inyecciones de hidrocortisona, menos riesgos se toman y se elige más la lotería de los tres premios. Y el cambio se da igual en hombres que en mujeres. Ahora, según Coates, vemos como el aumento del estrés, es decir, del cortisol, disminuye la toma de riesgos y, quizá, como ocurría con la testosterona, lleva a las pérdidas en los mercados.
*Coates, J.M. & J. Herbert. 2008. Endogenous steroids and financial risk taking on a London trading floor. Proceedings of the National Academy of Sciences USA 105: 6167-6172.
*Kandasamy, N. Y 8 colaboradores. 2014. Cortisol shifts financial risk preferences. Proceedings of the National Academy of Sciences USA DOI: 10.1073/pnas.1317908111