Hay quien dice, y lo asegura y lo deja por escrito, que vivimos en una cultura impaciente que busca rapidez o, más bien, incluso inmediatez en todo lo que hacemos. Y, añaden como aviso, que quizá estas ansias de inmediatez nos impiden ser felices porque no nos da el tiempo suficiente para saborear experiencias placenteras. Por buscar algún dato que avale esta intuición de lo que nos pasa, Julian House y su grupo de la Universidad de Toronto, han organizado unos cuantos experimentos para observar cómo los símbolos de esta cultura acelerada, en este caso y en concreto, de la comida rápida, influyen en nuestra percepción de la belleza y de la música.
En un primer estudio con 280 voluntarios, de ellos 166 son mujeres, con edades de 22 a 50 años y edad media de 36.5 años, encuentran una relación entre la tendencia al desánimo, después de responder a una encuesta online sobre emociones, y la existencia en las cercanías de su domicilio, localizado mediante el código postal, de establecimientos de comida rápida. Cuando la media de la presencia de establecimientos de comida rápida está entre 1.5 y 2, los voluntarios empiezan a presentar síntomas de desánimo.
El segundo experimento, con 250 voluntarios, de ellos 170 mujeres y edad media de 34.3 años, que observan, divididos en cuatro grupos, imágenes de envases de comida sin marca o de McDonald’s, o imágenes anodinas (una taza de café), o imágenes de la naturaleza calificadas como bellas. Después, todos ellos se califican a sí mismos entre 1 y 7 según lo felices que se sienten.
Los voluntarios del grupo que ha visto las fotos bellas de la naturaleza son más felices (5.16) que los del resto de los grupos que no las han visto (4.43). Y los que, además de las fotos bellas, han visto los envases de comida de McDonald’s son menos felices (4.86) que los que han manejado envases sin marca (5.45). Es decir, la comida rápida no afecta tanto a la felicidad como a la posibilidad de disfrutar de un estímulo placentero, en este caso las fotos hermosas.
El último experimento es parecido al anterior sustituyendo las fotos bellas por música hermosa, los primeros 86 segundos del “Dúo de las Flores” de la ópera “Lakmé” de Léo Delibes. Los resultados son similares y, de nuevo, la exposición a los envases con marca McDonald’s entorpece la experiencia agradable de “oler las rosas”, como dicen los autores, dejándose llevar por el “Dúo de las Flores”. Incluso hay signos de impaciencia en los voluntarios cuando escuchan el fragmento de la ópera.
*House J., S.E. DeVoe & C.-B- Zhong. 2013. Too impatient to smell the roses: Exposure to fast food impedes happiness. Social Psychological and Personality Science DOI: 10.1177/1948550613511498