La música es universal, aparece en todas las culturas y es parte esencial y gratificante de nuestra experiencia vital. Sin embargo, nos cuentan Daniel Abrams y sus colegas de la Universidad de Stanford, se conoce poco de los sistemas cerebrales, presentes en todos los individuos de nuestra especie, que procesan e integran los estímulos musicales que nos llegan desde el mundo real. Los autores analizan las respuestas del cerebro por medio de resonancias tomadas mientras escuchan la música que, además, no deben conocer previamente al experimento.
Trabajan con 17 voluntarios, todos universitarios de Stanford, con 8 mujeres, edades de 19 a 27 años y una media de 21.3 años. Además, deben tener poca o ninguna experiencia musical. Como estímulo escuchan, durante 9.5 minutos, fragmentos de cuatro sinfonías de William Boyce /1711-1779), conocido músico inglés para los expertos y famoso en su época, al que se llamó el “Bach inglés”, pero casi olvidado en la actualidad. Su música es muy representativa de lo que ahora llamamos música clásica barroca pero con escasa difusión en estos tiempos. Los voluntarios escuchan la música de Boyce en un ambiente confortable, con auriculares y un amplificador que elimina el ruido de fondo. A la vez que escuchan se obtienen las resonancias para conocer el funcionamiento del cerebro en respuesta a la música.
Los resultados muestran que las zonas del cerebro que responden a la música son las mismas en todos los voluntarios: el cerebro medio, el tálamo, las zonas de la corteza asociadas a la audición, las cortezas parietal y frontal y las regiones del cerebro asociadas con el movimiento. Además, de al movimiento, las áreas activadas se asocian a la atención y a la memoria.
Cuando comparan la respuesta a la música de Boyce entre voluntarios, Abrams encuentra que son las zonas del hemisferio derecho cerebral, en las cortezas frontoparietales, las que se sincronizan. Son las áreas del cerebro que procesan estímulos no lingüísticos. También hay, como he dicho, activación de las zonas que controlan el movimiento y, por ello, la música provoca, de manera natural y automática, respuestas motoras como palmadas, cabeceos o pasos para seguir el ritmo.
*Abrams, D.A. y 6 colaboradores. 2013. Inter-subject synchronization of brain responses during natural music listening. European Journal of Neuroscience doi: 10.1111/ejn.12173