Creo que estaremos de acuerdo en que nuestro entorno tiene un papel esencial en cómo pensamos y en qué hacemos. Durante 100000 años de evolución nuestra especie ha vivido al aire libre y ha conocido con detalle el ambiente en que se movía, comía y se reproducía, y pronto aprendió a guarecerse en abrigos y cuevas. Solo en los últimos 4000 años, más o menos, hemos desarrollado un entorno para nosotros e, incluso, algunos no han conocido otro y poco han salido al campo. Y ahora, en nuestros tiempos, la mayor parte vivimos en un ambiente urbano o suburbano que se caracteriza por un descenso dramático de nuestra exposición a entornos naturales y, en consecuencia, un aumento igualmente dramático a ambientes tecnológicos muy intensos. Por ejemplo, Ruth Ann Atchley y sus colegas, de la Universidad de Kansas en Lawrence, nos cuentan que los niños, en la actualidad, solo dedican entre 15 y 25 minutos al adía a actividades al aire libre como juegos o deportes, y ese tiempo continua disminuyendo. O, en Estados Unidos, las visitas a los Parques Nacionales han caído entre un 18% y un 25% desde 1988. A la vez, el 80% de los niños de escuela infantil son usuarios de ordenador, y la media, de los 8 a los 18 años, del tiempo dedicado a algún chisme informático (ordenador, televisión, móvil) es de siete horas y media por día. Atchley se pregunta si e contacto con la naturaleza, además de una indiscutible mejora de la forma física, contribuye al desarrollo de los procesos cognitivos y, en concreto, a la creatividad. Para su estudio utilizan un test de 10 cuestiones que mide la creatividad por medio de la resolución de problemas.
Trabajan con 55 voluntarios, de ellos 26 son mujeres, y la edad media es de 28 años. Pasan entre cuatro y seis días en el campo con la prohibición de utilizar cualquier medio tecnológico. Van al campo en varios grupos que no se conocen entre sí pues son de varios estados –Alaska, Colorado, Maine y Washington-. Algunos hacen el test de creatividad antes de salir al campo y otros a los cuatro días de comenzar la excursión.
Los datos prueban que cuatro días de contacto con la naturaleza mejoran en un 50% los resultados del test de creatividad respecto a los que lo completan antes de empezar la salida al campo. Como media, los que no han salido solucionan 4.14 problemas del test, sobre un total de diez, y los que están en el monte responden bien a 6.08 preguntas. Como decía, casi un 50% de mejora.
Los autores proponen que la ventaja del campo es que los voluntarios están expuestos a estímulos naturales que son emocionalmente positivos, a la vez que no reciben o, en todo caso, muy disminuidos los estímulos que llegan desde la tecnología y la cultura que la sustenta, con sus sucesos inesperados, sus cambios, su paso de una tarea a otra de inmediato, como si diésemos a un interruptor, y con sus objetivos a cumplir en un tiempo determinado.
*Atchley, R.A., D.L. Strayer & P. Atchley. 2012. Creativity in the wild: Improving creative reasoning through immersion in natural settings. PLOS ONE 7: e51474