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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Comer en familia

Todos sabemos o, si se quiere, todos intuimos que un ambiente familiar estable y protector contribuye al ajuste psicosocial y a la salud mental de los adolescentes. Frank Elgar y su grupo, de la Universidad McGill de Montreal, en Canadá, afirman que unos padres con autoridad pero con una comunicación abierta y respetuosa con los hijos reducen los problemas de salud mental y las conductas de riesgo en los adolescentes. Esta relación entre los miembros de la familia permite a los padres promover en los hijos conductas positivas y saludables, y a los hijos sentir que sus problemas y emociones se valoran y tienen en cuenta. Pero, en nuestra sociedad, hay poco tiempo para desarrollar esta relación entre padres e hijos. Elgar propone que la hora familiar de la comida es una oportunidad, una de las más importantes por nuestro modo de vida y nuestro horario, para mantener esta comunicación familiar.

Estudian la frecuencia de las comidas que reúnen a toda la familia en adolescentes canadienses, con los datos tomados de una encuesta que se hizo en 2010. Son, en total, 26069 adolescentes de 11 a 15 años, mitad chicos y mitad chicas. La encuesta se hace en las aulas, dura 45 minutos y se obtienen datos sobre las comidas familiares, comunicación entre padres e hijos, y cinco parámetros de salud mental: problemas externos e internos, bienestar emocional, conducta social y satisfacción vital.

El número de comidas familiares es, como media de 4.7 por semana. El 34%, más o menos un tercio, tiene 7 comidas familiares por semana, y el 61%, casi dos tercios, tiene más de 5. Se detecta una relación moderada entre el número de comidas familiares y los aspectos positivos y negativos de la salud mental de los adolescentes, y es evidente que con un mayor número de comidas mejora la salud mental.

Los problemas externos e internos, es decir, los aspectos negativos de la salud mental tienen su mayor presencia en adolescentes con 0 y 1 comida familiar por semana, y con 4 comidas cambia la tendencia y los problemas van desapareciendo. Lo contrario ocurre con los aspectos positivos de la salud mental. El bienestar, la conducta prosocial y la satisfacción vital, mínimas con 0 y 1 comida por semana, cambian también de tendencia a partir de 4 comidas y alcanzan su máximo con 7 comidas. Estas relaciones no cambian ni con la edad ni con el sexo de los adolescentes. Además, la estadística demuestra que el grado de comunicación de los padres con sus hijos explica del 13% al 30% del efecto de las comidas familiares sobre el bienestar del adolescente.

 

*Elgar, F.J., W. Craig & S.J. Trites. 2013. Family Diners, communication, and mental health in Canadian adolescents. Journal of Adolescent Health 52: 433-438.

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