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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

El sueño del cazador

Se dice que fue la invención de la luz eléctrica, seguida por la radio, la televisión, internet y tecnologías relacionadas, además del incremento del consumo de cafeína, las que han acortado nuestro tiempo de sueño desde los niveles naturales hasta nuestra conducta actual. Esta reducción del tiempo dedicado a dormir se ha relacionado también con la obesidad, desórdenes emocionales y otros síndromes, y todo ello a pesar de que esta conducta comenzó hace poco tiempo, hacia 1880. Por otra parte, todas estas suposiciones se hacen aunque no conocemos con exactitud cuánto dormían nuestros antepasados antes de la era moderna.

Para aclarar algo este enigma, Gandhi Yetish y sus colegas, de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque, han buscado etnias que, en la actualidad, tienen un comportamiento de cazadores recolectores, como aquellos de nuestros antepasados que dormían, obviamente y hace miles de años, sin la interferencia de la luz eléctrica. Encuentran tres grupos que cumplen estos requisitos: los Hadza, en el norte de Tanzania, cerca del ecuador, que bien en bosques y sabanas; los San, del desierto de Kalahari, que viven al sur del ecuador (por cierto, con un genoma extraordinariamente variable, ¿nuestro centro Vavilov?); y, finalmente, los Tsimane de Bolivia, que también viven al sur del ecuador y son cazadores aunque también siembran pequeñas huertas.

En los tres grupos y después de analizar los horarios de 94 personas en n total de 1165 días, encuentran que el tiempo entre echarse a dormir y levantarse es parecido, entre 6.9 y 8.5 horas, y el que se duerme realmente es de 5.7 a 7.1 horas. Aún con pequeños fuegos, van a dormir entre 2.5 y 4.4 horas después de ponerse el sol. En el grupo más cercano al ecuador, los Hadza, no hay cambios estacionales en el tiempo para dormir. Los dos grupos más lejanos, con estaciones, duermen entre 53 y 56 minutos más en invierno. Los autores concluyen que estos horarios no cambian mucho de los registrados en las sociedades con luz eléctrica.

Casi no echan la siesta y, en todo caso, lo hacen los San en verano y con una duración media de 32 minutos en un día de cada cuatro. Tampoco hay insomnio más allá del 2.5% de los individuos, muy lejos del 10%-30% de las sociedades industrializadas.

Y hablando de insomnio y según un estudio reciente de la evolución del sueño en primates, incluyendo nuestra especie, publicada por David Samson y Charles Nunn, de la Universidad de Carolina del Norte, somos los que menos tiempo dedicamos al sueño, una media de 8 horas frente a las 10 horas de los macacos, las 12 horas de los chimpancés o las 17 horas de los lémures, entre otros.

Además, hemos cambiado la distribución de las horas de sueño a lo largo del día. Las sociedades humanas tradicionales tienen un sueño en periodos, a la noche y en la siesta e, incluso, hay algunas que dividen la noche en dos tiempos de sueño. En cambio, las sociedades industrializadas, con un entorno controlado y con oscurecimiento artificial, duermen en un solo periodo, aproximadamente desde las 22.30 hasta las 6.00 horas.

Y, además, nuestra especie es la que tiene, durante el sueño, el mayor porcentaje de fase REM respecto del total. En comparación con las otras especies de primates analizadas es casi del 25%. La fase REM es la que mantiene el cerebro más activo, se capta información del entorno y paraliza la respuesta muscular. Se llama REM por “Rapid Eye Movement”, es decir, por el movimiento rápido de los globos oculares debajo de los párpados.

Por tanto, nuestra especie duerme menos tiempo pero su sueño es de mayor calidad con un funcionamiento más activo del cerebro. Para Samson y Nunn, estos cambios del tiempo total de sueño y de la duración de la fase REM son consecuencia del desarrollo evolutivo del cerebro e indispensables para la evolución de nuestra especie. En definitiva, hemos cambiado cantidad de sueño por calidad de sueño.

 

*Samson, D.R. & C.L. Nunn. 2015. Sleep intensity and the evolution of human cognition. Evolutionary Anthropology 24: 225-237.

*Yetish, G. y 8 colaboradores. 2015. Natural sepes and its seasonal variations in three pre-industrial societies. Current Biology doi: 10.1016/j.cub.20156.09.046

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