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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

La sangre del ciclista

Aumentar la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre hacia los músculos mejora la actividad física. La sangre lleva el oxígeno en los glóbulos  rojos y, por tanto, aumentar el número de glóbulos rojos en la sangre mejora su transporte de oxígeno. Se puede conseguir de manera natural como, por ejemplo, entrenando en altura, con menos oxígeno disponible en el aire, y el organismo reacciona produciendo más glóbulos rojos. Es más, y no se considera dopaje, hay atletas que duermen en habitaciones hipobáricas, es decir, con menos oxígeno disponible simulando la situación en altura. Pero también se puede conseguir aumentar el número de glóbulos rojos en sangre por medio de una transfusión. Y esta es una práctica que se considera dopaje.

Si la sangre es de otra persona es relativamente fácil de detectar y, así, descubrir el dopaje. En cambio, si la sangre es propia, no hay una prueba fiable y sencilla para detectar el dopaje. Por ejemplo, hay muchos atletas que planifican su temporada con las primeras semanas de entrenamiento en altura y, ya lo hemos visto, consiguen que, de manera natural, aumente el número de glóbulos rojos y la capacidad de transporte de oxígeno de su sangre. Pero también puede extraer sangre en esos momentos, almacenarla y, cuando esté corriendo una prueba importante durante la temporada, volver a inyectársela. Es una práctica peligrosa, pues aumenta la viscosidad de la sangre y las posibilidades de sufrir un trombo, y se considera dopaje. Pues bien, Jordi Segura y Carsten Lundby, de las universidades Pompeu Fabra de Barcelona y de Zurich en Suiza, han propuesto una técnica ingeniosa para detectar estas autotransfusiones.

Los autores nos explican que la sangre extraída se almacena en bolsas del plástico cloruro de polivinilo que, a su vez, lleva hasta cuatro moléculas diferentes de ftalatos que contribuyen a su flexibilidad y a evitar la adherencia de la sangre a la propia bolsa. Analizan la sangre y la orina de enfermos y de atletas a los que se ha transfundido sangre desde 15 días antes y hasta 15 días después de la transfusión. Utilizan sobre todo la orina pues es la muestra que se toma a los atletas en los controles antidopaje.

En los primeros 15 días, antes de la trasfusión de sangre, la concentración ftalatos en sangre es de unos pocos nanogramos (milmillonésima parte del gramo) por mililitro de sangre. El día de la trasfusión y el siguiente la concentración sube alrededor de mil veces llegando a los 3500 nanogramos por mililitro. Y para el tercer día después de la transfusión y los siguientes doce días, la concentración vuelve a los niveles mínimos iniciales.

Por tanto, Segura y Lundby proponen que la presencia en la orina de estos materiales plásticos, los ftalatos, son una pruebe indirecta de una transfusión o de una autotransfusión de sangre.

Además de la autotransfusión, el método más popular de dopaje sobre la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre es el uso de la EPO. Son las siglas de la hormona eritropoietina, que sintetizamos en los riñones cuando se detecta que la sangre transporta poco oxígeno. La hormona es transportada por el sistema circulatorio hasta la médula ósea y activa la producción de glóbulos rojos. Por tanto, es la hormona encargada de provocar el aumento de glóbulos rojos en la sangre y, en consecuencia, de aumentar su capacidad de transporte de oxígeno.

Si una persona sana, por ejemplo un atleta, se inyecta EPO consigue que aumente el número de glóbulos rojos en sangre. Es una práctica que se considera dopaje. El método es distinto pero el resultado final es el mismo que se consigue, como ya hemos visto, con la autotransfusión.

Eric van Breda y sus colegas, del Centro de Alto Rendimiento de Sittard-Geleen, en Holanda, cuentan que hasta hace unos meses se suponía que la EPO aumentaba la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre de un 10% a un 20%, según el metabolismo de quien se la inyectara. Ahora estas cifras sobre la EPO han bajado y se ha propuesto que mejoran la capacidad de transporte de oxígeno de un 6% a un 9%.

Sin embargo, el equipo de van Breda ha analizado la capacidad de transporte de oxígeno de los ganadores y del resto de los participantes en todas las etapas contra reloj en los Tours celebrados desde el año 2000. Han encontrado que, como media, la capacidad de los ganadores es un 1.2% mayor que la media del resto de participantes. Además, la media de los ganadores de estas etapas respecto de la media de los que acabaron en el puesto 50 fue del 9.2%. O sea, justo el efecto que se ha propuesto para el dopaje con la EPO. Quizá usarla o no usarla supone quedar el primero o el 50. Para algunos merece la pena el riesgo.

 

*Segura, J. & C. Lundby. 2014. Blood doping: potential of blood and urine sampliong to detect autologous transfusion. British Journal of Sports Medicine 48: 837-841.

*van Breda, E., J. Benders & H. Kuipers. 2013. Little soldiers in their cardboard cells. British Journal of Clinical Pharmacology 77: 580-581.

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