Hace un tiempo hablamos de la domesticación de los perros desde los lobos europeos de entonces, hace unos 30000 años, y con nuestra especie en la cultura de los cazadores recolectores nómadas. Empezamos, por tanto, a conocer de vienen los perros pero de nuestra otra mascota preferida, los gatos, sabemos mucho menos. Parece que la relación con nuestra especie comenzó por su caza de roedores en los asentamientos humanos y acabó con su adopción como mascota. En nuestros días, nos cuentan Yaowu Hu y sus colegas, de la Academia China de Ciencias de Beijing, hay unos 600 millones de gatos domésticos en todo el planeta y en todas las sociedades.
Los estudios comparativos del genoma de los gatos domésticos (Felis silvestris catus) y salvajes (Felis silvestris) actuales demuestran que son los salvajes del Oriente Próximo los más próximos a los domésticos y, por tanto, se propone que sus antecesores. La conexión conocida más antigua entre nuestra especie y los gatos salvajes está fechada en Chipre hace unos 11000 años que, además, implica que esos gatos en concreto fueron introducidos en la isla donde no existían con anterioridad. Además, también en Chipre y hace 9500 años, un gato salvaje joven fue enterrado con un hombre. Miles de años después, en Egipto y hace 5500 años, el hallazgo de los restos de un gato salvaje con fracturas curadas en sus patas delanteras demuestra que los egipcios cuidaban a los gatos aunque, por su morfología, los clasifiquemos como salvajes. Finalmente, hace 4000 años, ya hay gatos domésticos en Egipto como los que viven con nosotros . Viven en las casas, ya existe un comercio de compra, cría y venta de gatos a particulares e, incluso, se exportan a Grecia.
Como ven, en esta cronología de la domesticación de los gatos, nos faltan miles de años entre Chipre, con gatos salvajes, y Egipto, con gatos domésticos. El grupo de Yaowu Hu ha estudiado restos de gatos encontrados en el pueblo agrícola de Quanhucun, en Shaanxi, China, y fechados hace unos 5300 años, lo que los coloca, más o menos, entre las fechas mencionadas para Chipre y Egipto.
Los huesos no entran en el rango de medidas de los gatos salvajes del Oriente Próximo, origen, según los estudios del genoma, de los gatos domésticos. Son más pequeños y coinciden en tamaño con los gatos domésticos. Los isótopos que entra en la composición de estos huesos demuestran que se alimentaban de mijo, como los roedores y humanos cuyos restos aparecen en el mismo yacimiento; si los gatos se alimentan de roedores que, a su vez, comen mijo, también en los depredadores aparecen isótopos procedentes de las plantas. Los restos de cerámica demuestran que se fabricaba para evitar que los roedores comieran los alimentados almacenados.
En resumen, la proximidad con nuestra especie, la misma dieta y la presencia de roedores parecen demostrar que gatos y hombres vivían juntos. Además, el tamaño de los huesos se acerca al de los gatos domésticos actuales. Ya había comenzado o, quizá, ya se había completado la domesticación del gato.
Los depósitos de grano atraían a los roedores que, a su vez, eran la presa preferida por los gatos y, por tanto, los asentamientos humanos eran un estupendo lugar de caza. Y, además, se dejaron cuidar y querer.
Mientras que, años antes, los cazadores recolectores y el éxito de sus técnicas de caza, atrajeron a los lobos y, después, a los perros, ahora, el éxito de la agricultura y sus sistemas de almacenamiento de alimentos atrajeron a los roedores y, más tarde, a los gatos salvajes que también fueron domesticados. Así, quizá, ocurrió la domesticación de nuestras más extendidas mascotas, perros y gatos. Los perros porque aprendimos a cazar y los gatos porque aprendimos a sembrar y recoger.
*Hu, Y. y 7 colaboradores. 2013. Earliest evidence for comensal processes of cat domestication. Proceedings of the National Academy of Sciences USA DOI: 10.1073/pnas.1311439110