Como especie nos gusta el orden, las reglas, la tradición…, bueno, nos gusta a veces y a algunos más que a otros. También nos va el desorden, saltarnos las reglas y lo poco convencional. Orden y desorden enfrentados pero, a menudo, útiles según las circunstancias pues activan mecanismos psicológicos diferentes y son beneficiosos según cómo y cuándo, como nos cuentan Kathleen Vohs y sus colegas de la Universidad de Minnesota en Minneapolis.
Este grupo organiza tres experimentos que aportan datos sobre las consecuencias del orden y del desorden. En el primero, con 34 universitarios como voluntarios, los colocan, al azar, en un despacho ordenado (mesas vacías, pareced limpias) o desordenado (todo lleno de papeles y carpetas, panel colgado de la pared con muchas notas). Permanecen en el despacho diez minutos mientras rellenan unos cuestionarios. Después se les da la oportunidad de dar algo de dinero a una ONG que proporciona libros y juguetes a niños que no los pueden tener. Y, más tarde, cuando discuten los resultados con los investigadores, se les ofrece como merienda, a elegir, una barra de chocolate o una manzana.
Los resultados son claros y muestran que el 82% de los que han estado en el despacho ordenado dan algo de dinero a la ONG, mientras que solo lo hace el 47% de los que han pasado por el despacho desordenado. Además, el 67% de los ordenados elige manzana como merienda frente al escaso 20% de los que llegan del desorden.
En resumen, el orden lleva a la generosidad y a la alimentación saludable en comparación con los que han pasado por el desorden.
En el segundo experimento, los autores, con 48 universitarios, van a estudiar la influencia del orden y del desorden sobre la creatividad. Pasan los voluntarios, como en el experimento anterior, por los ambientes ordenado o desordenado. Para medir la creatividad deben llenar un cuestionario en el que se les dice que se coloquen en el lugar del dueño de una empresa que fabrica pelotas de pingpong y que, para ampliar su mercado, está buscando para ellas nuevos usos para aumentar las ventas, y se les pide que elaboren una lista con 10 ideas sobre cómo se pueden utilizar esas pelotas.
Pues bien, la creatividad aumenta casi un 50% con el desorden (7.9) si se compara al orden (5.6). Por tanto, el desorden favorece la creatividad.
Y, finalmente, en el tercer experimento los autores observan, con 188 voluntarios, si orden y desorden influyen en la elección de opciones clásicas o novedosas. Otra vez pasan los voluntarios por los despachos ordenados y desordenados y, después, van a comer un plato de frutas al que pueden añadir ingredientes sanos, agradables o vitamínicos, catalogados todos ellos, en dos menús que se entregan a los voluntarios, como convencionales o como novedosos. De nuevo, los ordenados eligen el menú convencional y los desordenados el novedoso.
Ya ven, los que han pasado por un entorno ordenado son sanos, generosos, poco creativos y convencionales. En cambio, los que viene de un ambiente desordenado tienden a una alimentación poco sana, son algo tacaños con los niños necesitados y gustan de las novedades.
*Vohs, K.D., J.P. Redden & R. Rahinel. 2013. Physical order produces health choices, generosity, and conventionality, whereas disorder produces creativity. Psychological Science DOI: 10.1177/0956797613480186