Donamos sangre para prevenir millones de muertes evitables. En general, las personas son generosas en su ayuda a los demás, aunque la dura crisis económica ha hecho caer las donaciones económicas. Eileen Chou y Keith Murnigham, de las universidades de Virginia en Charlottesville y del Noroeste en Evanston, nos cuentan que, en 2010, las donaciones en dinero habían caído, en Estados Unidos, un 11% en dos décadas. Las 10 ONGs que encabezaban el ránking de las que más dinero recibían habían perdido, en conjunto, el 40% de las donaciones.
Los autores, en su investigación, parten de una intuición que convierten en hipótesis de trabajo. Estudian las campañas publicitarias pidiendo fondos de esas 10 ONGs que forman el topten y descubren que hay 6 que pierden fondos, y son las que piden dinero para “salvar” algo, vidas, niños o lo que sea, y que las restantes 4 no pierden dinero e, incluso, consiguen algo más de recaudación. Son las que piden para “evitar” algo, la muerte, la enfermedad o cualquier otra desgracia. Recauda menos “salvar” que “evitar”, intuyen Chou y Murnigham.
En su estudio, los autores escriben por correo electrónico a 3534 universitarios que viven en 19 residencias invitándoles a donar sangre. Los mails forman cuatro grupos. Dos de los grupos piden la donación de sangre para “salvar” vidas” o para “evitar” pérdidas. A su vez, cada uno de los grupos anteriores se divide en dos y, en uno de ellos, se habla de una necesidad urgente de sangre y en el último de necesidad moderada.
Las respuestas positivas son 119, es decir, el 3.8% de los alumnos están dispuestos a donar sangre. Es una cifra habitual en Estados Unidos (en nuestro entorno el porcentaje es similar, quizá un poco más alto llegando al 4%). No hay diferencias importantes entre los que han recibido los mails con las necesidades de sangre urgente y moderada. Sin embargo, los que contestan positivamente y recibieron el mail en que se pedía sangre para “evitar” males doblan a los que se ofrecen a donar sangre para “salvar” vida; los porcentajes son de 1.31% frente al 0.78% respectivamente.
Los autores sugieren que el altruismo de la donación se ve más influido por “evitar” desgracias, que podrían ser las nuestras, que por “salvar” vidas que, parece, significa que salvamos algo de otro. En fin es el altruismo egoísta.
*Chou, E.Y. & J.K. Murnigham. 2013. Life or death decisions: framing the call for help. PLoS ONE 8: e57351