Es la que compramos en pescaderías, supermercados y tiendas de congelados. La perca del Nilo, Lates niloticus, que fue introducida en la década de los cincuenta en el Lago Victoria, en el centro de África, es la que ahora llega a nuestras mesas en abundancia. A quien quiera instruirse en este asunto de la perca, le recomiendo ver el documental “La pesadilla de Darwin” (2004, Dir.: Hubert Sauper). Quedará bien servido.
Además de las consecuencias económicas y sociales que tuvo la llegada de la perca al Lago Victoria, también tuvo efectos sobre la fauna y el medio ambiente. El lago tiene una superficie de casi 69000 kilómetros cuadrados (algo menos que Castilla-La Mancha) y es el lago tropical más grande del mundo, una edad de unos 750000 años y una fauna de peces del orden de los cíclidos propia y muy especial. Los cíclidos, que en nuestro entorno no se han encontrado, son peces de agua dulce del hemisferio sur, sobre todo de África, y muy populares entre los aficionados a los acuarios; entre ellos están los discos o los peces ángel.
Los cíclidos que habitan en Lago Victoria son únicos y han aparecido en una radiación evolutiva única entre los vertebrados. Antes de llegar la perca había más de 300 especies que ocupaban una gran variedad de nichos y, por ello, cada hábitat del lago tenía su propia comunidad de cíclidos.
Y entonces llegó la perca del Nilo, introducida en los cincuenta, aunque fue mucho después, en los ochenta, cuando aumentó su población de manera explosiva, súbitamente y con gran rapidez. Fue entonces cuando se inició su captura con intereses comerciales y comenzó a ser exportada, sobre todo a Europa. Tijs Goldschmidt y su grupo, de la Universidad de Leiden, en Holanda, han seguido desde los ochenta todo el proceso de introducción y crecimiento de la población de la perca y sus consecuencias ambientales.
Es obvio que con el crecimiento de la población también aumentaron las capturas y se multiplicaron por casi diez. El número de barcos pasó de 12000 en 1983 a 42000 en 2000, y las toneladas pescadas subieron de 25000 en 1982 a 220000 en 2000. La mayoría se exportan a Europa y, por ejemplo, a España, que es un gran consumidor, llegan unas 8000 toneladas al año. Todo ello llevó, según Goldschmidt, a que, en diez años, todo el ecosistema del lago quedó irreversiblemente destruido. Se calcula que, de las 300 especies de cíclidos que había en el lago, desaparecieron unas 200, en lo que quizá sea el mayor proceso de extinción de vertebrados que conocemos.
Tres décadas después de la explosión demográfica de la perca del Nilo en el Lago Victoria, los biólogos de la Universidad de Leiden, ahora dirigidos por Marnix de Zeeuw (aunque sigue colaborando Frank Witte, que ya lo hizo con Tijs Goldschmidt que, por cierto, ahora pertenece a la Universidad de Amsterdam como escritor y divulgador científico y con 60 años), han vuelto al Lago Victoria. Y han encontrado un paisaje inesperado y sorprendente.
En primer lugar, han descubierto y descrito dos especies nuevas de cíclidos. A una de las especies la bautizan Haplochromis goldschmidti, en homenaje a quien inició los estudios sobre la población de la perca en los ochenta, con pocos fondos y trabajando en un viejo ferry transformado en laboratorio ictiológico.
Y, en segundo lugar y más importante, 30 años después, los biólogos de Leiden descubren que, más o menos, un 25% de las especies de cíclidos se han recuperado del “desierto” que provocó la perca e, incluso, algunas de las especies recuperadas son ahora más abundantes que en el pasado. Algunas de esas especies recuperadas han cambiado en parte su morfología y son más ágiles y rápidas para huir de los depredadores, entre ellos, de la perca del Nilo.
*De Zeeuw, M.P. y 3 colaboradores. 2013. Two new species of zooplanktivorous haplochromine cichlids from Lake Victoria. ZooKeys 256: 1-34.
*Goldschmidt, T., F. Witte & J. Wanink. 1993. Cascading effects of the introduced Nile Perch on the detritivorous/phytoplanktivorous species in the sublitoral areas of Lake Victoria. Conservation Biology 7: 686-700.