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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Huerta y cocina

Uno de los objetivos de la salud pública es conseguir que los niños elijan los alimentos más adecuados para completar una dieta saludable. En general, la mejora en la dieta se consigue a través de la educación en casa y, dado que los niños están gran parte del día fuera del hogar, en el centro educativo.  Uno de los métodos utilizados es que los niños cultiven en un huerto escolar algunas de las frutas y verduras que consumen. Lisa Gibbs y sus colegas, de la Universidad de Melbourne, nos cuentan la eficacia del cultivo en la huerta escolar en la mejora de la dieta de los niños, y lo hacen con el seguimiento de dos años de los proyectos de seis escuelas de Victoria, en Australia.

Trabajan con seis centros que tienen el proyecto de la huerta escolar en marcha y otros seis centros sin huerta que les sirven de control. Los centros son rurales o urbanos y de tamaño pequeño, medio o grande, y han sido elegidos porque representan el rango más amplio posible de las comunidades escolares de Victoria. En total son 764 niños de 8 a 12 años y 562 padres. Al final del estudio después de los dos años llegan el 85% de los niños y el 75% de los padres. Cada semana del curso, los niños pasan de 45 a 60 minutos en la huerta y 90 minutos en una clase de cocina en la que aprenden a preparar pasteles, pan, pasta, ensaladas, curries y postres.

El programa tiene tres objetivos: que los niños acepten probar nuevos alimentos, que los puedan describir y que completen una dieta saludable. Por ejemplo, el 38.5% de los acepta probar nuevos alimentos cultivados en la huerta si, además, los ha cocinado, y el 33.4% los acepta si los ha cultivado en la huerta aunque no los haya cocinado. También consigue el programa, en relación con una dieta saludable, que el 82.4% de los alumnos tome fruta dos veces al día. Incluso, el programa consigue que el 7.7% de los niños, ciertamente una minoría, tome cinco raciones de verduras al día. En cambio, la descripción de los alimentos se hace de la misma manera en los centros con huerta y sin huerta.

Los autores concluyen que los niños con huerta y cocina aceptan nuevos alimentos y mejoran su dieta en relación con los niños de las escuelas control.

 

*Gibbs, L. y 9 colaboradores. 2013. Expanding children’s food experiences: The impact of a school-based kitchen garden program. Journal of Nutrition Education and Behavior 45: 137-146.

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