La enfermedad coronaria es una de las mayores causas de muerte a nivel mundial, sobre todo a edades avanzadas y siempre con una prevalencia menor en las mujeres que en los hombres. Uno de los factores que modifica el riesgo de infarto es, con toda seguridad, la dieta y, sin embargo, desconocemos cuánto influye y, en el caso concreto del trabajo que vamos a conocer, en mujeres jóvenes y de media edad. Por ello, Aedín Cassidy y su grupo, de la Universidad de East Anglia en Norwich, en Inglaterra, han organizado un estudio epidemiológico con datos de la dieta y de enfermedades cardiovasculares en enfermeras de Estados Unidos.
En 1989, 116340 mujeres, enfermeras de 25 a 42 años, se apuntaron a este estudio y cada dos años responden a un cuestionario sobre su salud y, a partir de 1991, cada cuatro años envían una encuesta sobre su dieta. Cassidy, para este trabajo, tiene los datos completos de 93600 mujeres.
Como los autores parten de la hipótesis de que son los antioxidantes o flavonoides ingeridos con los alimentos, en concreto, las antocianinas y los flavonoles, los que disminuyen el riesgo de las enfermedades cardiovasculares, derivan la concentración de estos compuestos en los alimentos que toman en la dieta y, de esta manera, los pueden relacionar con la salud de las voluntarias.
Durante los 18 años de seguimiento de las 93600 mujeres de las que tienen todos los datos, 405 de las participantes han sufrido un infarto de miocardio. La edad media es de 48.9 años, con un rango de 33.8 a 60.8 años.
El análisis de los datos lleva a conocer que las mujeres que toman más antocianinas fuman menos, hacen más ejercicio, toman menos grasas y menos calorías y más cereales integrales y fibra en la dieta. Hay una relación negativa entre la toma de antocianinas y el riesgo de tener un infarto, es decir, a más antocianinas, menos posibilidades de infarto. La reducción del riesgo llega hasta un 32%. Por cada 15 miligramos de toma de antocianinas, el riesgo cae un 17%. También hay una disminución del riesgo con la ingesta de flavonoles, aunque menor que con las antocianinas.
Cuando los autores relacionan estos resultados con los alimentos tomados en la dieta y con la concentración de antocianinas en ellos, encuentran que una toma combinada de fresas y arándanos de más de tres veces por semana marca la tendencia a la caída del riesgo de sufrir un infarto. Es curioso, pero también tomar cebollas más de cinco veces por semana disminuye el riesgo de infarto.
*Cassidy, A. y 5 colaboradores. 2013. High anthocyanin intake is associated with a reduced risk of myocardial infarction in young and middle-aged women. Circulation 127: 188-196.