La música es algo nuestro, muy de nuestra especie y, por ello, es habitual encontrar en los yacimientos restos de los instrumentos musicales que nuestros antepasados utilizaron hace miles de años. La música la sentimos porque, en nuestra cultura occidental, expresa y transmite emociones. Thomas Fritz y sus colegas, del Instituto Max Planck para las Ciencias Cognitivas y el Cerebro de Leipzig, en Alemania, nos cuentan que en otras culturas la música quizá no transmite emociones y se cultiva con otros fines. Mencionan la coordinación del grupo musical en la música rítmica típica de rituales sociales o religiosos. Para confirmar si la percepción de emociones por medio de la música es universal y no solo de la cultura occidental y si, además, hay aspectos de la música que solo se perciben después de la exposición continuada a una cultura musical concreta. O sea, que la percepción de las emociones es independiente de la cultura y de lo que se aprende en esa cultura. Para ello organizan un estudio de cruce de culturas en la tribu Mafa de Camerún, una de las 250 etnias de este país, y voluntarios occidentales, siendo, al principio del experimento, cada grupo ignorante de la música del otro grupo.
Intervienen 21 Mafas, de 37 a 90 años, con una edad media de 62.3 años, y entre ellos hay 8 mujeres. Los occidentales son 20, de ellos 10 mujeres, de 40 a 68 años y 52.4 de edad media. Los voluntarios escuchan una pieza de piano breve, que dura de 9 a 15 segundos, de la que hay tres versiones y que se ha compuesto para que transmita, cada una de ellas, los sentimientos de felicidad, tristeza y miedo. Es, obviamente, una obra compuesta según las reglas de la cultura occidental. Una vez han oído la pieza de piano, los voluntarios, Mafas y occidentales, ven tres imágenes de un rostro expresando esos tres sentimientos y deben indicar cuál de las caras se parece más a lo que sienten. En este experimento los occidentales son el control que demuestra que la pieza de piano es entendida, por lo menos, por personas pertenecientes a la cultura en que se creó.
Los resultados demuestran que los Mafas sienten y reconocen felicidad, tristeza y miedo a partir de la pieza de piano, no con la misma rapidez y eficacia que un occidental, pero sí con la misma intensidad. En conclusión, la música transmite emociones, por lo menos estas tres emociones, aunque la obra musical pertenezca a otra cultura. Se puede plantear la hipótesis de que la música es capaz de trasmitir emociones, quizá algunas emociones, sea cual sea la cultura.
*Fritz, T. y 7 colaboradores. 2009. Universal recognition of three basic emotions in music. Current Biology 19: 573-576.