Desde hace siglos, y con el apoyo de mecenas, fondos, expertos y, a menudo, suntuosos edificios, existen colecciones de objetos de historia natural en museos, universidades y centros de investigación. Miles y miles, seguramente miles de millones de animales, plantas, minerales y rocas de todo el planeta se han recolectado y se almacenan en estas instituciones. Y, por supuesto la contribución de estas colecciones a nuestro conocimiento del mundo en que vivimos ha sido y es indiscutible y esencial. Sin embargo, nos recuerdan Mireia Casa y sus colegas, de la Estación Biológica de Doñana, existen colecciones poco conocidas y escasamente utilizadas en investigación por no encontrarse en grandes centros de investigación. Hay colecciones en escuelas, museos locales, ayuntamientos y diputaciones, en centros de visita a parques naturales y en colecciones privadas. Por ejemplo, abundan las colecciones de particulares formadas por piezas de caza disecadas que, quizá, en la actualidad ya son especies raras, en peligro de extinción o, incluso, desaparecidas de ciertas zonas de su área de distribución original y, por ello, tienen su interés.
Así, Mireia Casas y su grupo, para demostrar la importancia d estas colecciones consideradas menores, han buscado en ellas ejemplares disecados del lince ibérico, especie en peligro de extinción, con solo dos poblaciones en el sur de la Península Ibérica y poco más de 250 individuos. Sin embargo, abunda en las colecciones privadas pues hasta los ochenta no tenía una protección especial y, es más, hasta los setenta los alimañeros profesionales recibían una recompensa oficial por su caza. Algo parecido se podría decir de otras especies como el águila imperial, el quebrantahuesos, el oso o el urogallo.
Los autores, tras una búsqueda exhaustiva que comenzó en 1987 y llegó hasta 2010, reunieron información sobre 466 ejemplares disecados de lince ibérico. De ellos, 261 se encontraban en grandes museos e instituciones, 48 en museos pequeños y 157 en colecciones privadas. Los datos proceden de 14 museos grandes de Europa y Estados Unidos y de 23 museos menores y 75 colecciones privadas de España y Portugal.
Los lugares de origen de los ejemplares bien catalogados nos llevan al área de distribución del lince ibérico: Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha y el centro y el sur de Portugal, quizá más al norte y al este de lo que se creía hasta ahora.
Cuando los autores estudian las fechas en que fueron capturados estos ejemplares, encuentran que hasta la mitad del siglo pasado, hasta la década de los cincuenta, la mayoría de los linces pertenecen a colecciones privadas como trofeos de caza. Después aparecen los museos y los centros de investigación y, en los setenta, es cuando más ejemplares hay fechados, con 90 en grandes instituciones, 10 en museos pequeños y 43 en colecciones privadas. Después llegó la protección para el lince ibérico y las capturas disminuyeron drásticamente.
Como ven, este estudio demuestra que existen animales “ocultos”, como los bautizan los autores en el título de su publicación. Es interesante puesto que va a permitir, por ejemplo, el estudio del ADN de individuos capturados hace tiempo y, quizá en un futuro no muy lejano, pueda ayudar a recuperar la diversidad genética tan necesaria en una especie con tan pocos ejemplares.
*Casas-Marce, M. y 5 colaboradores. 2012. The value of hidden scientific resources: Preserved animal specimens from private collections and small museums. BioScience 62: 1077-1082.