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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Testosterona veraz

Decir la verdad es una norma social casi universal. Casi todas las culturas condenan la mentira y, cuando se sospecha e, incluso, se descubre que alguien miente en propio beneficio, la condena es inmediata y el mentiroso queda desacreditado. Y, sin embargo, hay quien miente y la mentira existe. Matthias Wibral y sus colegas de la Universidad de Bonn, en Alemania, plantean lo poco que sabemos de las bases biológicas de la mentira y, para empezar con algo, han estudiado la relación de las hormonas con la mentira, comenzando con la testosterona.

Esta hormona, además de intervenir en la reproducción y en el desarrollo del cerebro, también influye en la conducta y en las relaciones sociales. Wibral nos recuerda que la testosterona y la agresividad ya se sabe que están relacionadas aunque, en estudios recientes, la hormona también parece unida a las conductas prosociales y a controlar los comportamientos egoístas. Por tanto, relacionar testosterona y mentira es una hipótesis no muy aventurada.

Los autores trabajan con 91 hombres, voluntarios, con una edad media de 24.32 años. Se les divide en dos grupos y uno de ellos recibe testosterona por medio de un gel que se aplica en el antebrazo; el otro grupo, que será el control, recibe igualmente el gel pero sin la hormona. Al día siguiente, cada voluntario hace un experimento que no tiene nada que ver con la testosterona y después, reciben un dado que deben tirar cuando están solos en una habitación. Los números del 1 al 5 más el 6 como 0 serán los euros que recibirán por el experimento realizado. Meten el número que les ha salido en el ordenador y, cuando marchan, cobran. Y, además, se les toma una muestra de sangre para conocer la concentración de testosterona en sangre. NI siquiera los investigadores conocen el número que les ha salido al tirar el dado y, por tanto, no saben si cada individuo miente o no.

Pero, es curioso, cuando los autores analizan los datos descubren una tendencia sorprendente: el 34.78% de los voluntarios que han recibido el gel con testosterona y tienen la hormona en la sangre declaran que les ha salido un 5 y esperan, por tanto, cobrar 5 euros. Un porcentaje quizá demasiado alto pero más o menos creíble. Sin embargo, entre los que no recibieron la testosterona el porcentaje de los que dicen que les ha salido el 5 es nada menos que del 62.22%. Vamos, que se salta todas las probabilidades y empuja a los autores a afirmar que, entre ellos, por lo menos la mitad miente. Ya ven, todos mienten, pero los que no tienen testosterona mienten el doble. Gracias a que, como decía al principio, la mentira es rechazada socialmente, sino figúrense lo que sería esto.

 

*Wibral, M. y 4 colaboradores. 2012. Testosterone administration reduces lying in men. PLoS one 7: e46774

 

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