Ya lo hemos hablado antes y hemos conocido alguna de las conclusiones de los expertos en este asunto de la elección de pareja. Es evidente y fascinante y misterioso las estrategias diferentes que siguen machos y hembras, hombres y mujeres, cuando buscan pareja que, por ora parte, suele ser casi siempre. La hipótesis más aceptada afirma que la evolución ha seleccionado diferentes conductas en cada sexo empujada por las características biológicas típicas de nuestra reproducción. Así, las mujeres buscan hombres que se comprometan a largo plazo para que participen en el cuidado de las crías de nuestra especie, de los hijos, que nacen indefensos y necesitan ayuda durante mucho tiempo. En cambio, los hombres buscan mujeres jóvenes y fértiles para tener muchos hijos y llevar sus genes a la siguiente generación. Estas diferencias biológicas entre sexos son la base, para muchos, de las diferencias sociales y culturales entre hombres y mujeres. Y consideran, como prueba de ello, que sean cuales sean los contextos cultural y social, esas diferencias en la elección de pareja se deben mantener.
Sin embargo, afirman Marcel Zentner y Klaudia Mitura, de la Universidad de York, en Inglaterra, que si en la elección de pareja importan los factores sociales y culturales, esas diferencias de conducta, cuidar los hijos o muchas mujeres fértiles, deben disminuir e, incluso, desaparecer, en las sociedades que promueven la igualdad entre los sexos. Los autores van a comparar un índice que revela la igualdad entre sexos, la igualdad real y no los intentos ni las buenas intenciones de conseguirla, que se llama GGI (en inglés, Global Gender Gap Index) con los resultados de encuestas a 3177 personas de 10 países, de ellos 2124 son mujeres, sobre lo que buscan en el momento de la elección de pareja. En esta encuesta hay preguntas sobre la diferencia de edad respecto de la pareja buscada, si la mujer debe saber cocinar y ser buena ama de casa, la castidad, el buen aspecto, el dinero de uno y de otra, la ambición o la inteligencia.
La gráfica que se obtiene con los resultados y que los compara con el GGI de cada país es evidente: a las encuestas con menos preferencias que implican diferencia entre sexos les corresponden un GGI más igualitario. O sea, cuanta más igualdad de sexos hay en un país, menos diferencias basadas en la biología se buscan en la elección de pareja.
En un segundo estudio comparan el GGI con los datos de encuestas de 8953 personas de 31 países que, además, ya utilizó David Buss, de la Universidad de Texas en Austin, en un trabajo publicado en 1989 y que le sirvió para apoyar la hipótesis de las diferencias entre sexos en la búsqueda de pareja, hipótesis que él desarrolló y popularizó. Ahora, nuestros autores dividen las respuestas por países y las comparan con el GGI respectivo. Las conclusiones son las mismas: a mejor GGI, menos diferencias en la búsqueda de pareja. Por cierto, España está en el grupo de cabeza en cuanto al GGI.
En fin, quizá hay una base biológica en la elección de pareja, pero esa base puede cambiarse por la acción del entorno social y cultural
*Buss, D.M. 1989. Sex differences in human mate preferences: Evolutionary hypotheses tested in 37 cultures. Behavioral & Brain Sciences 12: 1-49.
*Zentner, M. & K. Mitura. 2012. Stepping out of the caveman’s shadow: nation’s gender gap predicts degree of sex differentiation in mate preferences. Psychological Science DOI:10.1177/0956797612441004