Dedicado a Itzi, mi prima, que cura las heridas de sus hijos con azúcar, y me dio la idea para esta entrada.
Un golpe en la cara, un labio sangrando y mi prima Larraitz, de algo más de dos años, llora. Su madre, mi prima Itzi, pide azúcar y le pone un poco sobre la herida. Deja de sangrar, desaparece el dolor y Larraitz vuelve a sus juegos. Nos cuenta Richard Knutson, del Centro Médico Delta de Greenville, en Estados Unidos, que los productos con azúcar, como la miel, la melaza o el sirope, además del azúcar granulado, se han utilizado desde antiguo en la cura de heridas y quemaduras con excelentes resultados. Es curioso que cuando estaba preparando este texto dieron por televisión la película (Shooter, 2007, dirigida por Antoine Fuqua) en la que el protagonista, Mark Walhberg, es un francotirador del ejército de Estados Unidos que es herido y se cura con azúcar; otro de los personajes asegura que se utilizó mucho durante las guerras napoleónicas. La primera cita escrita sobre el azúcar para curar heridas se debe a Johannes Scultetus, en 1679, y, ya en el siglo pasado, los trabajos publicados no son muchos pero tampoco raros, tal como cuentan Karol Mathews y Allen Binnington, de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá.
Knutson y su equipo publicaron los resultados de la utilización de azúcar para curar heridas que siguieron durante cinco años, de1976 a1980. En los ensayos previos, consiguen curar en poco tiempo úlceras que personas de edad tienen en la espalda. Cuando las heridas se van curando, se secan y el azúcar cae en la cama de los pacientes. Para evitarlo, Knutson disuelve azúcar en Betadine y consigue que quede en la herida e, incluso, favorece la cura.
A partir de entonces, forman un grupo que trató heridas con azúcar de enero de 1976 a agosto de 1980, en total a 759 pacientes con heridas, quemaduras y úlceras. De ellos, 154 se trataron con la terapia habitual y 90 con la mezcla de azúcar y Betadine hasta 1978; después de esa fecha, los 515 pacientes restantes son curados con la mezcla de azúcar y Betadine. En total, 605 pacientes son tratados con azúcar y Betadine.
Todas las heridas, quemaduras, quemaduras y úlceras, curan y se cubren de piel normal. De los 154 pacientes tratados con la terapia habitual, 62 (el 40%) necesitan un transplante de piel. En cambio, de los primeros 90 pacientes tratados con azúcar y Betadine, solo 4 (el 4.5%) necesita un transplante de piel, y de los 515 pacientes restantes, posteriores a 1978 y todos curados con azúcar y Betadine, ninguno necesita un transplante. Un índice valioso sobre la eficacia de este tratamiento es que, de 1976 a 1980, el número de curas o de visitas médicas por una herida, ha bajado de una media de 50 a algo más de 10, con una reducción de un 75%.
Knutson y su equipo sugieren que el azúcar, en las concentraciones altas en que se usa en este tratamiento, es un buen agente antibacteriano y, además, su poder higroscópico seca las heridas. Por otra parte, el azúcar promueve la formación de tejido para la cicatrización por su poder energético y acelera la cura, además de ser barato y estar disponible con facilidad.
Y, por cierto, A.N.G. Mphande y su grupo, del Hospital Internacional Beit de Blantyre, en Malawi, aseguran que la miel es todavía mejor que el azúcar para curar heridas, casi doblando su eficacia.
*Knutson, R.A. y 3 colaboradores. 1981. Use of sugar and povidone-iodine to enhance wound healing: Five years’ experience. Southern Medical Journal 74: 1329-1335.
*Mathews, K.A. & A.G. Binnington. 2002. Wound management using sugar. Compendium 24: 41-50.
*Mphande, A.N.G. y 4 colaboradores. 2007. Effects of honey and sugar dressings on wound healing. Journal of Wound Care 16: 317-319.